Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)

Sasaki Kojiro!¡

"𝗜'𝘃𝗲 𝗯𝗲𝗲𝗻 𝘀𝗲𝗮𝗿𝗰𝗵𝗶𝗻𝗴 𝗳𝗼𝗿 𝗮 𝗺𝗮𝗻
𝗔𝗹𝗹 𝗮𝗰𝗿𝗼𝘀𝘀 𝗝𝗮𝗽𝗮𝗻
𝗝𝘂𝘀𝘁 𝘁𝗼 𝗳𝗶𝗻𝗱, 𝘁𝗼 𝗳𝗶𝗻𝗱 𝗺𝘆 𝘀𝗮𝗺𝘂𝗿𝗮𝗶
𝗦𝗼𝗺𝗲𝗼𝗻𝗲 𝘄𝗵𝗼 𝗶𝘀 𝘀𝘁𝗿𝗼𝗻𝗴
𝗕𝘂𝘁 𝘀𝘁𝗶𝗹𝗹 𝗮 𝗹𝗶𝘁𝘁𝗹𝗲 𝘀𝗵𝘆
𝗬𝗲𝘀 𝗜 𝗻𝗲𝗲𝗱, 𝗜 𝗻𝗲𝗲𝗱 𝗺𝘆 𝘀𝗮𝗺𝘂𝗿𝗮𝗶"

Caminando por los bosques de un antiguo Japón, una doncella de cortos cabellos y kimono caminaba cabizbaja, pateando piedritas y ramitas, estaba fastidiada, muy.

Otra vez su pobre corazoncito había sufrido y enfrentado el rechazo, ¡No era su culpa ser tan enamoradiza!

Otra vez otro caballero japonés había negado su propuesta de amor, se había vestido bien solo para esa ocasión, y ahora vagaba por el bosque cercano con el corazón otra vez en la la mano, intentando repararlo, otra vez.

Estaba cansada del rechazo de todos sus amores, y ya no quería seguir así de mal por el resto de los días, debía tomar las riendas sobre su vida, y, si quería amor, debía encontrarlo por cuenta propia, un buen amor.

Quería compartir su vida con el amor que los dioses le entregaran, lo necesitaba.

Convencida de su plan, iría corriendo a su hogar para tomar una bolsa tejida, poner lo necesario y, sin despedirse de absolutamente nadie, se iría en busca de su amor, por todos los lugares reconditos del mundo, en algún lugar debía estar, y no iba a ocultarse de ella.

Shoma era una romántica sin remedio alguno, desde pequeña con el corazón roto, pero jamás vencido, entregaba todo lo que podía dar por amor, aunque, en su defecto, era altamente fastidiable si no iba como lo deseaba, rompiendo así su propio corazón múltiples veces.

Con los pensamientos duros como una piedra, se había encaminado por bosques, valles y esqueletos de pueblos antiguos, solo con el objetivo de encontrar a su amor.

Nisiquiera conocía su nombre o rostro, pero sabía que una vez que lo encontrara, pasaría la vida con él.

Quedandose en distintas asiendas, quejandose de la lluvia y el calor, comiendo de la naturaleza y de las canastas frutales de viejos sabios que le daban asilo pasajero mientras escuchaban sus objetivos, dandole pequeños ambuletos o rezando por ella en sus altares la dejaban ir en su rumbo nuevamente.

Era un objetivo extraño, ingenuo, incluso, tonto, pero su confianza y el brillo que tenía en la mirada podía convencer a cualquiera, la doncella sabía lo que estaba haciendo.

En los siguientes días de su travesía, habría llegado a un páramo lejano, alejado y a muchos poblados de su pueblo, cuando creía que la sed la iba a matar, había encontrado un puro río, que corría pacíficamente sin ir ni venir, claro, con agua fresca.

Quitandose los zapatitos para estar más cerca, y arrodillandose, habría tomado entre sus manos el agua fría para beber, llevandola a su boca, tomando cada gota que no se escapaba entre sus manos.

La tranquilidad del momento y la frescura en la que se estaba concentrando habría terminado cuando sintiera otra presencia, mirando alrededor, se sorprendería al ver a un joven haciendo lo mismo que ella, solo que estaba más concentrado disfrutando el agua y la tomaba de un pequeño jarro.