Loki!¡

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Loki y Aním no tenían problemas frecuentes, debido a que siempre que lo había, era olvidado o simplemente ignorado, Loki vivía haciendo bromas y molestando, una más o una menos, jamás haría la diferencia.


Aquello hasta que había resonado un portazo por todo el Olimpo, y se había visto a la diosa furiosa y empapada en un líquido viscoso, con la textura de miel solo que de color rojo, caminando a su panteón, lugar dónde nunca iba, solo cuando las cosas salían demasiado mal.

Las cosas estaban muy, muy serias.


La broma de Loki había ido demasiado lejos simulando la muerte de uno de sus animales, traumatizante, frente a la mismísima diosa de los animales.

Le tenía tanto amor y estaba tan ciego que había pensado que sería solo una broma más, claro que, había salido todo del revéz para el bromista.

Ahora no solo tenía ese problema, sino que la población animal del Olimpo y de la tierra estaba descontrolada, su enojo los descontrolaba y, hasta que no se le pasara, las fieras eran incontrolables.

Era un caos, y el nórdico estaba en problemas.


El otro, de tantos, problemas que había era aquél orgullo bromista, jamás se había disculpado por sus bromas, ¿Porqué tenía que cambiar? En un par de días se le olvidaría, y volvería a su pecho a recibir sus abrazos y besos, es más, en unas horas sucedería.

O al menos eso era su expectativa.


Pasados días y días, sin que le hable, sin que le dirija la mirada, se había dado cuenta de lo inevitable.

La había cagado, demasiado.

El dios de cabellos verdosos no sabía como atraerla de vuelta, todas las ideas rondaban en su cabeza, ¿Cómo podía remediar eso sin hacerla enojar más y sin que mandara un jaguar a matarlo?

Debía ingeniarselas, lo más pronto posible antes de que la madre naturaleza lo matara, o que los animales lo embosquen, o antes de que perdiera absolutamente todo el amor por él.



Aním, la diosa de los animales, de las tantas hijas de la madre tierra era una diosa espléndida.

De piel color moca, siempre usando camisa y pantalón de vestir blancos junto un chaleco fino del mismo color, vivía rodeada de sus animales, podía conectar con sus emociones, entenderlos, entablar conversaciones con ellos, los representaba como la divinidad que era.

Enseñada de primera mano de su madre, era servicial y amigable siempre que podía, pero aquello no evitaba sus repentinos cambios de ánimo y un aborrecímiento con lo que le molestaba.

La humanidad le molestaba, así que votaba por su extinción siempre que podía, por razones de público conocimiento.

Habían ciertas plantas que lastimaban a sus animales e incluso su propia piel, y las había mandado a sacar absolutamente todas, sin dejar rastros ni semillas de aquellas yerbas malas.

Odiaba al dios nórdico de la mala fortuna, luego de aquello, estaba tan enojada que no quería verle la cara ni en pintura, pero para su mala suerte, lo había amado y lo seguía haciendo, solo que la molestía y el enojo le invadían la mente y el alma.

No iba a bajar su orgullo ni su molestía hasta que no se disculpara genuinamente con ella, en absoluto.

Sentada en su panteón, rodeada por 3 tigres, uno blanco, uno de bengala y uno dientes de sable, con un loro en un hombro y un mono en el otro, observaba a una pareja de pavos reales en la cercanía, suspirando.


Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora