Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)

Poseidon!¡

La playa.

Un lugar cálido en todas las épocas del año, con un terreno de diminutas partículas incontables que formaban montones de arena, en donde si excavabas podrías encontrar tesoros de todo tipo.

Un lugar de descanso para unos, de relajo, otros odiaban ese lugar, la arena era algo invasivo, y en la actualidad, se puede evitar ir o, si vas, puedes bañarte luego.

Pero en los tiempos más antigüos, la playa era solamente un terreno de nadie, o de los dioses, pero no importante, no tenía valor real, solo era terreno olvidado en donde de vez en cuando se iba a orar a los dioses del gran cuerpo de agua que se extendía hasta quien sabe dónde, pero no más que eso, la playa era un terreno de nadie a casi todas las horas del día.

Y eso era lo que la hacía aún más especial.

En un mundo de guerras y de imperios, nadie veía su verdadero valor, solo a los dioses de él, no a todo lo que lo conformaba.

La arena caliente cuando le daba el sol y la dejaba así por días y noches, el mar que podía enfriarte hasta los nervios y hacerte enfermar, pero en el cual luego de un rato te atraparía y te dejaría nadar o flotar en paz sin preocuparte por su temperatura, pues ya te habrías acostumbrado a ella,la brisa en la mañana era fresca, la más fresca que alguien jamás podría encontrar, tenía muchos atributos, era bellísima, y Azariel sabía cómo conectar con ella, como cuidarla, como apreciarla.

La joven griega vivía en la ciudad, haciendo sus queaseres como toda una dama de su familia, cosiendo, aprendiendo a bordar, aprendiendo a cocinar, pero cuando podía, se escapaba a paso rápido a la costa más cercana, y era su momento feliz del día, podría hasta nombrarlo el único que tenía.

La mayoría del tiempo se encontraba sola con la gran masa de agua y de arena que traían peces y especies de algas extrañas, pero no podían importarle menos, de hecho, Nisiquiera los cazaba o usaba a su conveniencia, ella era la que iba a su hogar a meter los pies al agua, y cuando se animaba más, a meterse ella misma en el agua y quedarse un rato, y debía respetarlos.

Y ese día no era la excepción a la regla, jamás iba a dejar de ir ahí hasta que su cuerpo se lo impidiera.

Y ese día tenía muchas ganas de ir al agua, y nadie se lo impedía, así que, iría a hacerlo.

Dejando sus sandalias en la arena y metiendose al agua poco a poco, acostumbrándose a la temperatura inusual que tenía, espera a estar completamente empapada, para luego alejarse un poco de la costa.

Azariel era una jovencita bastante bella, pero sus actitudes "raras" y alejadas eran lo que simplemente apartaban a cualquier partido que tuviera, y eso le parecía perfecto, no estaba interesada en tener pareja, aunque a veces si se sentía sola y deseaba amor, la única damisela en el pueblo que sabía leer y escribir, que tenía junto con eso gracia y juventud, era feliz con su madre y hermanas, pero entre todas, algunas ya con prometido y todo, ella era la única si uno, siempre arruinaba las relaciones con los prometidos arreglados de su familia para ella, y siempre escapaba de ello, había algo que simplemente la volteaba a mirar a otro lado, le atraía otra cosa, ¿El qué? Aún no lo sabía.

Ese "qué" no estaba en el pueblo, nisiquiera en el imperio, era mayor a ello.

La suerte es como el viento, se levanta cuando menos te lo espera y te envuelve en ella.

Pensando en su propio mundo, en donde el ruido ya no se escuchaba debido a que tenía los oídos bajo el agua, junto a sus pensamientos, se había alejado más de lo que lo hacía de la orilla, y al salir de su mente y notarlo, no logra tener nada más que pánico.

Intentando volver nadando, bastante desesperada, solo siente como la tiran del tobillo hacia abajo, había solo un detallito diminuto, no podía mantener la respiración bajo el agua, jamás lo había hecho más de unos segundos, eso, sumado a lo lejos que estaba de la costa, y sumado a que algo la estaba tirando del pié, era la combinación perfecta para un plato de pánico verdadero.