Beelzebub!¡ Yandere

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¿Qué era el amor, si no el sentimiento más hermoso del mundo? El que mantenía 2 almas vivas, una por la otra, juntas, eternas.

El amor entre humanos era distinto al amor entre deidades, era completamente distinto al amor de un dios por su amada, en especial cuando el dios era el mismísimo gobernante del infierno, y su amada no era otra más que un pecado capital.

Provenientes de rangos distintos, tenían cargos distintos, pero aún con eso, el amor no había dudado en plantar una raíz que los unía.

Ambos tenían una sola cosa en común, el odio de Dios y representar la maldad, lo oscuro, lo pecaminoso.

Fuera de aquello, ambos eran distintos en su totalidad.

Pereza solamente deseaba descansar constantemente, durmiendo así en cualquier sitio, aunque suponiera un peligro para su salud o estado físico, si quería dormir simplemente lo haría sin pensarlo.

En cambio, Beelzebub era despierto, se podía decir que despiadado incluso, castigando a dioses menores que él a su antojo, persiguiendo humanos, creando y creando solo para encarnar a la maldad y seguir ampliando su conocimiento.

Aún con eso, ambos habían encontrado en el otro a la persona perfecta.

La única peculiaridad del amor del demonio por el pecado era una mínima, que no salía a relucir, al menos no bajo su mirada, y era el egoísmo malévolo que emanaba de él.

No tenía problema en torturar de la peor manera a alguien que se acercara de más a su pecado, no tenía problema alguno en castigar con su mano divina a cualquiera que la mirara de más, dios o humano, sea quien sea.

Beelzebub era egoísta con su amor.

Nada se interpondria entre ellos, entre el sueño de su amor, o su manera de amar, si veía necesario que alguien necesitaba una lección del principe del infierno, ¿Donde estaba el incoveniente en torturar, matar y atormentar a alguien?

Después de todo, Pereza era solamente de él, y no iba a compartir ni un pelo de ella con nadie.

Pues era suya, y la amaba.














Observar el cielo desde la sala de descanso era la actividad favorita de Pereza antes de dormir, no veía las nubes de día, pero podía buscar constelaciones que se había aprendido de memoria desde la vista que tenía.

El panteón del demonio era oscuro y silencioso, y era el lugar perfecto para Pereza, por lo tanto, adaptarse al nuevo ambiente no le había sido difícil en absoluto, Beelzebub tenía una extrema delicadeza con ella.

Escuchando la puerta abrirse, reconoce los pasos de uno de los nuevos sirvientes del palacio del infierno, de los cuales tenía la tarea encargada de revisar y monitorear su sueño y sus necesidades.

Volteando a ver con 2 ojos blancos con pupilas lilas a la puerta, le sonríe con amabilidad, recibiendo una reverencia de respuesta.

-Mi señora, ¿Desea algo de beber mientras retoma su sueño?

-Promeseus, que agradable es tu presencia, agradezco tu propuesta, pero debo negarla, no deseo nada en este momento. -uno de los razgos más característicos de Pereza era su paz y paciencia infinita, junto a una elegancia adormilada que la acompañaba en su hablar y en su mirar.

Enamoraba a cualquiera sin siquiera intentarlo, así como hacía siglos atrás había enamorado al principe del infierno.

Asintiendo con la cabeza, se había quedado un rato en la misma sala de la deidad, sabiendo que tarde o temprano dormiría.

Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora