!¡Nostradamus!¡

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Las calles de Francia en 1533 estaban casi vacías, casi, excepto por 2 figuras,una de blanco, una de negro, dos boticarios*, y adivinos caminaban por las calles despejadas de la capital del país, la llamada cuidad del amor, Paris.

Eran fáciles de distinguir a la distancia, debido a sus ropas, a qué ambos tenían sus libros personales en sus manos, y dato no menos, tenían las máscaras de doctores de la peste negra, el masculino negra, la femenina blanca.

Eran personas revelantes para su época, bastantes conocidas dentro de Francia y alrededores, no por cosas menores, sino sucesos sin explicación alguna que ambos habían logrado predecir y al pie de la letra, el título de adivinos no les quedaba corto, claro que no, eran lo que eran, y eran expertos, aunque eran cautelosos en sus pasos como si en una soga cuerda estuvieran caminando, las paredes eran finas, cualquiera podía escuchar lo que hablaban, y la iglesia los tenía en la mira, ser adivino en la época,y sobre todo, decir cosas exactas era algo, para ellos, natural, para la iglesia, del diablo.

Nadie podía casi comprender las predicciones para el futuro nuevo mundo de los dos adivinos farmacéuticos, pero el tiempo les daría la razón, solo había que ser pacientes y observar, equivocados no estaban, y aunque no verían muchas de sus profecías cumplirse, seguros estaban de la verdad que ellas contenían.

Se estaban cuidando la espalda mutuamente.

Y no era que estaban juntos porque se querían, en absoluto, era por precaución total.

Estaban constantemente negando y escapando de las autoridades de dónde iban, tal vez París no era la mejor opción para estar, pero una nueva peste estaba azotando el país y Europa poco a poco, lo sabían desde antes, y ahora debían atender a los pacientes que día con día se sumaban.

Y ahí estaban, caminando por las calles de la cuidad para encontrar refugio para pasar la noche, a la mañana partirían a un pueblo cercano seguramente, debían encontrar lugar y un poco rápido, ambos hacían sus predicciones sobre ello.

-Agatha, veo buenas premoniciones, debe haber un lugar por aquí cerca...-habla el hombre de pelo con tonalidades moradas y un sombrero bajo las máscara de doctor de la plaga negra, debían cuidar la salud de ambos lo más que pudieran, estaba convencido de que estaba en lo correcto.
-Nostradamus, yo veo lo contrario, no hay lugar cercano, pasaremos hasta que la noche caiga rondando y hasta ahí conseguiremos espacio -lo mira la femenina, de vestido, al contrario de él, blanco, que iba acorde a su máscara blanca, y al sombrero negro que hacía un contraste interesante, pero bello a la vista,lo miraba de reojo, mirando las cosas anotadas en su libreta de cuero y pergaminos.

Nostradamus, el gran adivino Francés poético, el cuál tendría un nombre recordado por siglos y siglos, farmacéutico sin título debido a que había sido expulsado de la academía médica, jamás había abandonado su pasión por la medicina, e atendía a las cartas de las familias desesperadas por una cura del gran adivino, era bastante modesto, se podría decir que retraído, aunque cuando quería y tenía confianza, bastante cómodo y gracioso.

A su lado, Agatha, una "dulce" damisela que venía de una familia adinerada, no casada ni viuda, la cual había seguido su propio camino por la medicina y las artes de adivinación, estando más escondida que el hombre con el cuál ahora debía firmar equipos si querían retrasar la plaga más rápido.

Ambos la habían predecido hacía unos años atrás, sus predicciones eran bastante similares entre si, una más en código que en la otra, pero iguales y viendo los mismos sucesos por igual.

No quería decir que tenía una rivalidad no declarada con él, como él con ella, pero, mi señor, si que la tenían, era una tensión constante de quién adivinaba y daba justo en el centro.

Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora