Hermes!¡

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En el poco tiempo libre que tenía el dios del olimpo, en donde su padre estaba durmiendo o cortejando sin que necesitara su ayuda, al dios Hermes le gustaba bajar a la tierra y hacerse pasar como humano, claro, sin que nadie lo supiera, ni los humanos, ni los dioses, y los pocos que lo sabían, guardaban bien el secreto, o no era como si les interesase demasiado.

Y cuando bajaba, le agradaba hacer lo que más le gustaba, tocar el violín.

Los dioses estaban ocupados y en las fiestas solo había música de otros músicos, o ni eso, porque estaban ocupados discutiendo, en cambio, en las fiestas humanas, siempre había espacio para los músicos, eran atractivos a la vista y al oído, el ser humano adoraba el arte, y le gustaba ser escuchado.

Y esa noche no era la excepción.

Una familia rica, que celebraba el matrimonio de su hija menor, lo había visto tocando en la fiesta de unos amigos cercanos, y como no, lo necesitaban para ellos y la nueva fiesta, por suerte, había conseguido un rato libre y claro que estaría presente en la fiesta.

Entrando al gran establecimiento, luego de bajar del Olimpo, exploraba el lugar aún sin invitados, los lugares humanos eran espléndidos,y parecían con un costo monetario elevado, pero aún así conservaba una energía familiar y cálida, era grande, el escenario donde estaría tocando en tan solo un tiempo más era espectacular, todo el protagónico sería para el y su violín, si bien no le agradaba ser demasiado egoísta, si le gustaba captar la atención en algo que lo aficionada, en ese caso, el violín y la música.

-¡¿Y usted quien es?! -una jovencita con vestido negro decorado se le había acercado, interrogando su siquiera presencia, tenía un estuche de violín en la mano.
-Buenas noches, señorita, soy el violinista de la fiesta, un gusto conocerla. -le dedica una reverencia, tenía muchos modales.
-¿Perdone? YO soy la violinista aquí. -la señorita se para con un notable enojo y fastidio, nadie iba a quitarle su lugar en el escenario.

-Oh, ¡aquí están ambos! ¡Que bueno que se están conociendo! -la madre de la comprometida se había acercado a ambos, muy contenta a decir verdad- ¡ambos tocaran! Creo que se los había mencionado antes, ¿Cierto? ¡Mucha suerte a ambos! -yendose a ver otros detalles, los había dejado perplejos.

Volviendo a mirar al joven a su lado, bufa, ya demasiado molesta.
-¡escuchame bien! -le pone un dedo en el pecho, "amenazante"- yo soy y seré la que tenga el protagónico, tú quédate atrás, ¡y no te atrevas a opacarme! Por lo menos estamos vestidos igual...aunque tu tienes más maquillaje que yo, ¡Deberías haberme dicho antes!

El dios asentía suavemente, escuchándola, intentando no reírse ante la molestia de la menor, le hacía gracia como la envidia y molestia de los humanos era, en especial de los individuos talentosos.

-Si lo desea, puedo copiarlas en su rostro, señorita, solo que no tengo pintura conmigo...-eran marcas reales de un dios, pero si a ella no le molestaban, podía recrearlas en su cara, no era como que significaran demasiado.
-¡Claro que si! ¡Ven conmigo! -tomandole la manga, lo tira hasta unas especies de camerinos tras él escenario, en donde se sienta frente a un espejo y le pasa una pintura junto a un pincel- Hazlo.
-Un porfavor no estaría mal, señorita...
-Hazlo, porfavor, ahora,¡ya! -se cruza de brazos, aún molesta.

Tomando la pintura para el rostro y el pequeño pincel, Comienza a recrear sus marcas divinas en la cara de la mortal, con suaves toques y dedicación a qué salieran algo iguales.

-Digame, ¿Cuál es su nombre? Creo que comenzamos con el pie equivocado, y los músicos del mismo escenario deben tener conexión, así la melodía sonará armónica...
-Mi nombre es Musa, no lo olvides jamás.

Musa,divinidad de la mitología griega, hija de Apolo, que protegía una determinada ciencia o arte, cada una de las nueve musas protegía una actividad científica o artística, y ella claramente no era hija de Apolo, mucho menos una divinidad, pero era tan linda como una de ellas.

Al terminar, le muestra en un pequeño espejo como había quedado su maquillaje, idéntico al suyo, sonreía con orgullo.

-¡Me quedó muy bien! ¡Mejor que el tuyo! ¡Muchas gracias! -lo mira, sonriendo- a todo esto,¿Qué vamos a interpretar? Tenemos que ponernos de acuerdo...
-¿A usted que le agradaría interpretar, señorita?
-¿A mí? Pues... El fantasma de la ópera, es la que me hace sentir más cómoda, ¿La conoces?

Era una pregunta tonta siendo que era una divinidad, claro que la conocía, conocía todas las piezas musicales del mundo humano, y las había interpretado durante siglos.

-Adoro esa pieza, entonces, ¡toquemos esa! -son una suave sonrisa, ambos habían vuelto para tomar sus violines invididuales y acercarse al escenario, pronto les tocaría, el gran momento de la gran pieza de interpretación y del arte, una divinidad con una humana.

-Señorita Musa, mucha suerte ahí arriba, creo que va a ser una presentación espectacular para ambos, ¿Me consederia entrar con usted? -le tiende una mano, recubierta por el guante blanco, la cual la señorita toma con confianza-
-Digo lo mismo, oh, ahora que lo pienso, no se su nombre...¿Cuál es? -antes de cualquier respuesta, el presentador principal los llama en voz alta para tocar, subiendo con ella de la mano.

La luz les daba directamente en la cara, siendo, ambos, el centro de la gran orquesta.

Silencio.

Las suaves notas armónicas comenzaron a nacer de los 2 violines, al unisono, no luchaban por mandar por sobre la otra, sonaban cual gemelas que desaparecían a los pocos segundos para dar paso a otras y otras.

Cuando empezaba el auge, y casi danzando en el escenario, ambos habían, paso por paso hasta entender el mensaje del contrario, una pequeña danza, la cual, si bien no podían hablar para decirlo, estaban disfrutando mutuamente.

En el punto más alto de la obra, finalizandola, el suave golpe de la espalda del otro uniéndose, ahora sí batallando entre las notas por el final, una guerra armónica, dejaba al público babeando y con el corazón latiendo a mil y deseando más de ambos.

Habian logrado conectar más allá de los nervios y el fastidio, habían logrado conectar en emoción y arte, y un poco de admiración por el otro, cosa que la femenina violinista no iba a aceptar.

La última nota había sonado.

Saliendo al unisono de ambos, ninguno había ganado.

Con los pechos agitados, se habían vuelto a mirar, para encontrarse con la mirada sonriente del otro.

Tomando otra vez la mano de su acompañante y llevándola casi al borde el escenario, hace una reverencia al público con ella, era un momento casi mágico.
-Hermes, señorita...-la mira, conectado con la mirada confundida de su nueva compañera- mí hombre es Hermes -con un guiño en el ojo, baja con ella de ahí, recolectando una rosa para dársela- mire, tan bonita como usted...
-¿Tú... tú eres un dios?
-El dios de la astucia y de los ladrones, y ahora violinista...-le posa un beso en su mano libre, mirándola- me encantaría volver a tocar con usted si tengo la oportunidad, la buscaré por el mundo entero, recorreré el universo de punta a punta, de nube a nube, interrogarme a los dioses sobre su paradero si es necesario, aún después de que deje este plano y su alma deje su cuerpo, así podremos volver a hacer el gran espectáculo juntos, vive con gloria, mi linda musa, vive con gloria...-

La orquesta del dios Hermes y la Musa mortal

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La orquesta del dios Hermes y la Musa mortal.



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Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora