Simo Häyhä!¡

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"-El diario de Häyhä comparte una historia suya donde atraparon a una soldado soviético, le vendaron los ojos y lo llevaron a una fiesta en la tienda del teniente Aarne "El Terror de Marruecos" Juutilainen.
La soldado estaba encantada por la juerga.-"

La guerra era esa cruda y dura parte de la historia de la humanidad y el mundo, era esa parte cubierta de sangre y en donde la muerte se hacía un festín fresco cada día que pasaba, no había felicidad, no había alegría, no había amarillo, solo tristeza, ira y rojo.

Los disparos que resonaban y mataban sobre la blanca nieve no eran pocos, y manchaban ese manto blanco con gotas rojas constantemente, manchas rojas de los soldados mandados a pelear entre si por un odio nacionalista incomprendido, tanto era así, que ni ellos mismos sabían porque peleaban algunas veces, solo sabían y escuchaban a su general gritarles que vayan a luchar, y así lo hacían, por una nación sin futuro, por una nación en lucha.

Pero, como relataba el viejo símbolo del país del sol naciente, el Ying Yang se componía por 2 partes importantes que generaban un equilibrio.

En la maldad había una parte buena, y en la bondad había una parte mala, y esta historia que fue encontrada en el viejo diario de la muerte blanca retrataba con perfección la primera.

En la guerra, por más crudo e incrédulo que suene, había una parte buena, muy mínima, casi del tamaño de un copo de nieve pequeñito, de cristal, que se desvaneceria a penas tocara la tierra, y ahí es donde comienza el relato del primer y único amor de la muerte blanca.

En el medio de la batalla del invierno, los Soviéticos y los Finlandeses se tenían jurada mutuamente la muerte, estos últimos, teniendo una estrategia bien pensada para luchar, sacando provecho de sus uniformes de apariencia esquimal, se camuflaban y eran unos con su entorno rodeado de blanco y frío, haciendo que pudieran acabar con bastante enemigos en un corto plazo de tiempo.

Antes de que la muerte blanca haya sido herida de gravedad, las batallas que había protagonizado habían sido exitosas, una por una había acabado con la mayor cantidad de vidas que había podido, sin remordimientos, debía defenderse a él y a su nación, y ahí empezaba su historia de amor.

En una de los tantos frentes de combate que no podía identificar en número ni fecha, había estado esperando y esperando cualquier señal de ataque, los Soviéticos eran unos diablos que podían atacar en cualquier momento, y le tocaba su ronda de vigilancia.

Mientras observaba la blanca nieve, desde la mirilla de su arma, logra notar algo entre la nieve, algo de un color oscuro, ¿Un animal salvaje había caído acaso? ¿Qué era esa cosa? Solo ellos conocían y podían copiar sus estrategias, y estaba armado hasta los dientes, ¿Qué podía salir acaso mal?

Levantándose de su lugar, se acerca con cautela a inspeccionar la figura, quitando la nieve con su rifle a distancia, logra descubrir como si fuera un tesoro escondido pelo, un pelo largo y marrón, Luego un uniforme oscuro, y luego un rostro, era el cuerpo que aún respiraba de una soldado del bando contrario, una pobre diabla mandada a luchar por el ejército como tantos otros, no podía arriesgarse, en absoluto, aunque si le sorprendía el hecho de que siquiera respirando luego de estar, solo dios sabe, tanto tiempo bajo un manto de nieve, claro era que su piel estaba demasiado pálida, y tomando un tinte morado por la hipotermia.

-¡Oye, Simo! ¿Qué encontraste? ¿Un cerdo o...-un compañero de la misma tropa de la muerte blanca se había acercado a ver que era lo que había distraído a su amigo, sorprendiéndose ante el descubrimiento- Es Soviética...mira su uniforme, solo termina con su sufrimiento y volvamos a la base...

En un silencio casi sepulcral, y como estaba acostumbrado, Simo miraba a la soldado en esa cama de nieve, con los ojos cerrados, de alguna manera le tenía pudor a ella y a su vida, quien sabía cómo había terminado allí.

Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora