J.T.R!¡Blancanieves

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La belleza era esa cosa intocable pero si visible que muchos y muchas anhelaban tener, esa cosa impalpable que te hacía tener beneficios dentro de la sociedad, tanto como amores desde temprana edad hasta beneficios visualmente, era un objeto de codicia para muchos, rencor para otros.

Y la reina de un reino lejano, perdido casi en el tiempo, de dónde salía la historia de una manzana envenenada y la leyenda del "beso de amor verdadero", anhelaba codiciosamente la belleza.

Nadie podía igualarla cuando se trataba de ello, jamás, ningún hombre ni mujer de su reino era igual de bonita que ella, incluso menos, la superaban en belleza, era la más hermosa, las arrugas en su piel eran inexistentes, las manchas jamás habían estado presentes, y la piel de color porcelana se lucía como un manto bello sobre todo su cuerpo.

No dejaría que nadie tuviera su misma belleza, y se encargaba de ello, todos los reinos lejanos tenían un toque de "magia"

Día tras día, la reina se miraba en su espejo escondido en su habitación, del cual salía una voz y un reflejo dependiendo de lo que su majestad deseaba ver, en ese caso, todos los días y sin falta, preguntaba quién era la más bonita de todo el reino, recibiendo la misma respuesta que le endulzaba los oídos y le daba una noche de sueño plácida, "usted, mi majestad", la reina era la más hermosa de todo su reino, tal vez incluso, del mundo entero, y nadie podía igualarla.

Claro, hasta el día en el que la respuesta no había sido la que estaba esperando, había sido incluso peor.
-Espejito, espejito, dime la verdad, ¿quien es la más bella del reino? -mirandose en su propio reflejo aún visible, miraba con aires de superioridad, como solía hacerlo, la respuesta lo había cambiado, jamás lo haría.

Hasta que su reflejo había sido distorsionado a la figura de su hijastra leyendo un libro en el jardín del Palacio, dejándola casi tiesa, ¿Cómo?
-¡Debes estar equivocandote, jamás dije la más fea!
-En efecto, su majestad, usted me ha pedido que le muestre a la más hermosa de este reino, y se la he mostrado. -la voz de su espejo habla.

El enojo que tenía era poco comparado a todo lo que podía demostrar.

Ese día la reina había estado como loca, había roto cosas, tirado mesas, casi volteado la cama y rompiendo cada cosa que tenía a su alcance, ¿Cómo podía ser que la sucia hija del anterior rey fuera más bella que ella? El solo pensamiento le causaba ira, ira, enojo, molestia, enfado, coraje, indignación, absolutamente todo, menos sentimientos buenos, debía desaherse de esa niña, costara lo que costara.

En su contra parte, la princesa leía un libro de poesía, en calma, en el jardín del Palacio, no había nada que pudiera interrumpirla, era impasible.

Con el cabello más oscuro que la noche, sostenido en una coleta por un lazo rojo, una capa del mismo color y un vestido blanco, siendo muy similar a su difunto padre, era la princesa del pueblo, desde la muerte de su progenitor, la reina había alejado al pueblo de a realeza, siendo ella la única cercana a los campesinos y trabajadores del pueblo, era querida, y era bella, por dentro, como por fuera.

No era una manzana carmesí por fuera, con un interior podrido, lleno de gusanos, era una manzana carmesí recién cosechada, incomible, nadie se atrevía a acercarse más de lo que era permitido a la princesa, pretendientes no le faltaban, pero simplemente parecía no mostrar interés, era sabía como una señora mayor, tranquila como el viento, y bella como el Edén, esa princesa le había quitado el lugar a la reina en su belleza, a su propia madrastra, a la cual apreciaba aunque no era recíproco en absoluto, menos en ese momento.

Debía tomar acción, y una acción rápida.

El reino no parecía tan inocente como parecía, al contraste de la belleza que era el palacio, fuera de él, había un lugar oscuro que escondía a los monstruos que se preparaban pacientemente para ser liberados de sus jaulas.

Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora