J.T.R!¡

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Matar.
Sangre.
Asesinar era el lenguaje del caballero de Whitechapel, pensaba solamente en eso y enfocaba su vida en eso.
Matar a prostitutas y gente desviada en las noches de Londres, y lo hacía con total impunidad, nadie de ese sucio lugar iba a atraparlo jamás, nadie jamás iba a ver la cara bajo la máscara, jamás iba a tener piedad por las almas del color pecador.

Tenía una adicción que nadie jamás iba a poder sanar, ni el mejor médico especialista del mundo podía parar al mal,quien, vestido de oveja, se paseaba por las calles de Londres como un caballero camuflado entre todos los habitantes del lugar.

Jack el destripador era un hombre atractivo, bien vestido, alto, esbelto.
Usaba un monóculo con engranajes Además del sombrero que iba a la par con este, un bastón fino, ropa que parecía cara y de alta costura, además de 2 bolsos en su cintura que guardaban los instrumentos quirúrgicos que le gustaba usar.

Cuando la noche había mostrado los colmillos del mal, luego de hacer otra de sus obras maestras, los dioses tenían preparado algo para el destino del hombre destripador, algo que jamás se iba a esperar tener ni llegar, mucho menos, el cómo.

Algo había chocado contra su espalda en el medio de su admiración a su obra de arte, siguiendo por un pequeño "perdón".
Estaba en problemas y debía solucionarlo urgentemente.
Dándose la vuelta, lo único que logra encontrar es a una jovencita, más baja que él, vestida con un vestido blanco y un lindo tapado por encima de los hombros, con una diadema, además, tenía en manos una pequeña cajita.

-Lo siento señor, no lo ví...-se había separado de él rápidamente, mirando el piso.
-Pero mira que hermosa jovencita...lamento mucho haberme interpuesto en su camino -sacandose el sombrero, le dedica una reverencia que no mira, borrandole la sonrisa- dígame, ¿Qué hace por aquí una señorita como usted? Es muy tarde ya como para estar rondando por aquí, hay gente muy peligrosa que puede hacerle daño...-claro, como si a varios metros de él no hubiera un cadáver de una mujer prostituta en un charco de sangre.
-Iba a mi hogar, caballero, pero creo que me equivoqué de camino de nuevo...-alza la cabeza para mirar alrededor, haciendo notar un detalle importante.
Tenía los ojos blancos.
Alrededor de los mismos tenía pequeñas estrias púrpuras, la señorita tenía unos ojos extraordinarios.
¿Podía ser que no viera nada? Y aunque ese sea el caso, no podía dejarla irse.

Si veía el cadáver o su cara, estaba en peligro de ser acusado por la misma.
-Debo retirarme ahora, usted debería hacerlo también...de nuevo lamento mucho no haberlo visto -lo estaba mirando a los ojos, ella solo podía notar 2 colores diferentes en lo poco que podía distinguir, sonriendo, formando colores curiosos.
-¿Yo? ¿Porqué yo, señorita? -la cuestiona, interesado en ella y en los colores que tenía, era preciosos, y quería, no, necesitaba mancharlos.

-Usted mismo lo dijo, hay muchos peligros aquí en la noche, dicen que hay alguien matando mucha gente por aquí, tenga cuidado -le dedica una pequeña sonrisa, volviendo a tomar rumbo a donde había recordado que estaba su hogar, vivir en Whitechapel y con ceguera a medias era un problema que algún día iba a solucionar.
Pronto, vuelve a sentir a su lado al caballero que había chocado sin querer antes, haciendo ruido con sus pisadas a su lado, que se intercalaban con el sonido de los bajos tacones de ella.
-¿Me está siguiendo? Yo no brindo servicios...-habla rápidamente, mirándolo, o lo poco que distinguía de su figura.
-Porfavor, no piense eso de mí, no soy un hombre obseno, solo quiero acompañarla a su hogar, usted lo dijo, hay un criminal rondando, y no sería grato de la parte de un caballero como yo, dejar sola a una señorita por ahí y a estás horas, déjeme ser su acompañante hasta que esté a salvo -la mira de reojo, claro que no, solo quería distraerla y testear que tanto,o que poco, había visto, Además de acompañarla en sus últimos minutos de vida.

Ambos habían caminando durante un rato, en silencio, un silencio que no era incómodo, en donde el caballero había interrogado el en donde debía matarla, aunque, aún no había logrado hacerlo, aún no.
Aún no...
Aún no...pero decide pararlo, habían llegado a una de las únicas calles iluminadas de Whitechapel y ella había parado, al parecer, había llegado.

-Señor, muchas gracias por acompañarme, se lo agradezco mucho y desearía volver a verlo en otra ocasión-le dedica una suave sonrisa, Había perdido más de 5 oportunidades para terminar con ella, pero sin embargo,no había tomado ninguna, ni el sabía porqué.
-Es un placer, mi dama, tenga una buena noche -toma suavemente su mano y la besa, era un caballero.
Al estar a punto de retirarse,su voz lo vuelve a parar.

-Señor, no he visto que hizo ni hecho, pero quiero avisarle que tiene sangre en el guante y en el rostro, ¡buenas noches! -aunque casi se choca contra la pared, se había ido corriendo a su hogar, dejándolo perplejo.

Oh,no.

En el mercado principal de Londres, las personas paseaban y compraban lo necesario para sus vidas poco interesantes diarias, los niños jugaban y corrían, otros andaban de la mano con sus padres

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En el mercado principal de Londres, las personas paseaban y compraban lo necesario para sus vidas poco interesantes diarias, los niños jugaban y corrían, otros andaban de la mano con sus padres.
Algunas parejas andaban de aquí por allá,melosos y apegados, como los señores más lonjevos, que caminaban con sus bastones y hablaban con gente joven.
También las mujeres que intentaban conseguir marido acortejaban a los hombres que caían en sus ramas y trampas.

La jovencita de ojos blancos caminaba tranquila, sus hermanas le habían encargado llevar pan y eso iba a hacer, la vida a veces era aburrida y le gustaba salir de su hogar cada vez que podía, aunque no podía ver demasiado, aunque podía chocarse y caer al piso, aunque se burlaran de sus ojos, ella era feliz, y sus colores, blancos y plateados, podían ser reconocidos en cualquier parte, claro, si todos tuvieran la misma habilidad escondida de cierto asesino.

-Tenga cuidado, my lady, hay mucha gente aquí y podría lastimarse, o alguien podría hacerle daño -un brazo había tomado suavemente el de ella, enganchandolo con el suyo y caminando con ella, a su ritmo, provocandole una pequeña sonrisa.

-Señor, muchas gracias por preocuparse por ello, pero puedo sola, sé cómo caminar sin ayuda.
Sonriendo por debajo de su bigote,el asesino estaba encantado.
-Ambos tenemos un pequeño asuntito pendiente, ¿no lo cree?
-No que yo lo recuerde...
-Eso no importa, señorita, venga, es casi hora del té, acompañeme mientras me ayuda a resolver las dudas que tengo sobre usted...-acariciandole suavemente el pelo, de nuevo sostenido por su diadema, van a tomar el té, y aunque ella no podía verlo bien, se iban a conocer muy, y demasiado bien.



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Mr. Loverman (shuumatsu no valkyrie/RoR one shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora