Hogar

476 37 1
                                    

Habla Aitana

Al día siguiente nos trasladamos a la ciudad de Pingyao, visitamos todo lo que pudimos y por la noche cogimos un tren donde dormiríamos mientras íbamos a Xian. Por la mañana visitamos los imponentes y famosos guerreros de Xian. Luego comimos algo de comida callejera que había en un mercado. Pasábamos la noche allí.
Por la tarde Lucía empezó a tener sudores y ponerse un poco pálida.

A- estás bien cariño?
L-..no...estoy mareada...
A- vamos a sentarnos

Le di un poco de agua.

A- mejor...?
L-🤢🤢

Se apartó y vomitó en una papelera. Corrí a apartarle el pelo de la cara.

L- No me ha sentado bien la comida...
A- tu estómago no está hecho para comer cosas raras.. no tenias que haber probado eso en el mercado...
L- Podemos ir al hotel..?
A- claro cariño

Pedí un taxi para llegar rápido. En cuanto llegamos a la habitación se fue corriendo al baño y volvió a vomitar. Fui detrás suyo y le recogí el pelo.

A- ya está mi amor... tranquila...

Se estiró en la cama.

A- quieres que pida que nos suban una infusión? A lo mejor te va bien para el estómago
L-..vale...

Lo pedí y nos la subieron. Se la tomó despacio y parece que le sentó bastante bien. Empezó a coger color y no volvió a vomitar.

L- perdona por jorobarte el día...
A- mi vida no te preocupes, no importa, lo que importa es que estés bien. Esta noche vamos a comer algo suave vale? Y poquito que no quiero que vuelvas a vomitar. Algo de arroz... o al vapor... vale?
L- sí sí...

Así lo hicimos. Comió un poco de arroz y la verdad que le sentó bastante bien. Después de cenar dimos un breve paseo cogidas de la mano por los alrededores del hotel, no quería alejarme mucho. Subimos a la habitación y vimos un rato una serie en el móvil hasta dormirnos.

Por la mañana Lucía amaneció muchísimo mejor. Pudimos disfrutar del resto del viaje con tranquilidad, aunque también con cautela de lo que comía, no quería que se volviera a poner enferma.
Nuestra luna de miel se acabó y tuvimos que volver a España. Después de muchas horas de vuelo aterrizamos en el aeropuerto de Barcelona muy cansadas. Cogimos un taxi que nos llevó a casa. Misifú se puso súper contenta de vernos, nada más entrar en casa empezó a maullar y restregarse por nuestras piernas ronroneando.
Hogar, Dulce hogar...

FÉNIX (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora