𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒¹ •| |• 𝐁𝐈𝐋𝐋𝐘 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐎𝐕𝐄 ✓✓

S2 - CAPÍTULO EXTRA - V

LEAVING TOWN
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Abandonar un lugar no siempre es sencillo; dejar toda una vida atrás. Quizás porque no estamos acostumbrados a soltar los recuerdos formados que nos moldean, y que nos ayudaron a definir nuestra personalidad. Aferrados al punto en el que tal vez ese nuevo sitio no sea lo mejor, y lo llegamos incluso a repudiar desde un comienzo debido a nuestras propias ideas.

Ese fue el caso de Billy Hargrove cuando se marchó de su natal California —teniendo que mudarse a California otra vez—. Pensaba que su cruel padre, quería arruinar su existencia aún más al sacarlo de su soleada California —el último lugar que le recordaba a su madre cada vez que iba a la playa o cualquier zona de la ciudad que visitó con ella— para llevarlo a un pequeño pueblo de granjas olvidado en lo más recóndito del estado de Indiana al otro lado del país.

¿Cómo pudieron mudarse ahí?

Hawkins, un hogar para las familias americanas que querían la vida suburbana de ensueño; sin la molestia de la metrópoli.

Neil Hargrove tenía la tonta idea de hacer un nuevo inicio con su familia disfuncional. Fingir que podían tener una vida normal y común que buscaba con su esposa Susan y su hijastra Maxine. Que todo estaba perfecto, lejos de sus antiguas parejas y que ayudaría a su hijo mayor a madurar un poco.

Bueno, la realidad es que sucedió todo lo contrario a lo pensado.

Desde el principio, todos a excepción de Billy, se acoplaron muy bien a Hawkins. Pues mientras su hermana formaba nuevas y auténticas amistades —descubriendo cosas intrigantes—, él se enfocaba en el pesimismo de lo horrendo que era vivir entre las heces de animales y gente —aunque convivía con el grupo "popular" no eran nada comparado a su superioridad— que no conocía nada fuera del campo.

Odiaba todo del pueblo, nada le parecía interesante a sus ojos pues la categoría del lugar estaba muy por debajo de su anterior ciudad. Todo indicaba que tendría un pésimo año, o siguientes años, para ser todavía más miserable de lo que ya era.

Y así pensaba hasta que una persona se cruzó en su camino: Fëanor Ivers.

Hargrove, de pie en su habitación, se detiene frente a la fotografía de la implicada. Quien desde su llegada no le causó una buena impresión, era alguien común y corriente, como aquellos transeúntes que pasaban de un lado a otro en las calles e ignoraba su existencia porque no eran relevantes para su parecer. De hecho la misma chica ni siquiera lo tomaba en serio y lo pasaba por alto siempre que podía; se diría que le disgustaba su sola presencia a su alrededor.

Tal vez eso le hizo seguir detrás suyo —aún si sólo fuera para hostigarla como los demás—, porque ella se resistía a caer en su encanto seductor como las otras chicas que le idolatraban con un simple gesto dado.

Sin darse cuenta, dejó que la pelinegra se fuera colando en su interior, al grado de inconscientemente buscarla siempre con la mirada entre la multitud de estudiantes o no desaprovechar la oportunidad de estar unos instantes juntos cuando la hallaba en algún sitio. Nunca había sido tan obstinado por ninguna muchacha como esta que su mente no sabía cómo reaccionar ante ese nuevo territorio inexplorado.

No podía dejar de pensar en la joven aún no teniéndola a la vista, parecía un puberto cursi que no lograba lidiar con los efectos de interés de atracción.

Una completa locura, ¡el gran Billy Hargrove le gustaba una mortal de la plebe, una pueblerina!

Lo que se le hacía difícil aceptar, pero su poco raciocinio le traicionó en su propia contra al fijarse más en su cuerpo —desde aquella vez en la fiesta de Halloween que captó su interés con su atuendo de cuero negro y labios rojo intenso— como sus piernas firmes y trasero redondo que le instaba a apretujar. O sus labios que le hacían querer averiguar la textura y el sabor de estos —si tendrían el mismo sabor de la mezcla de su extraña combinación de comida—. Observar le hizo imaginar escenarios eróticos con ella de los cuales hacía con cada conquista.