CAPÍTULO DIECIOCHO - IV

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APOLOGIES
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El rubio trata de cambiar de no pensar más en lo que delibera su mente.

Duda si realmente fue buena idea fugarse con ella pues lo hace perder la cabeza con temas que nunca cruzaron su cabeza.

Aunque tampoco puede negar que algo lo atrae a la pelinegra como un imán. Nunca puede reaccionar cuando su cuerpo y mente ya están decidiendo por él.

Tira al piso lo poco que queda del cigarrillo y lo aplasta para enfocarse en la muchacha que arroja la comida chatarra por la ventana abierta, ya que no podía abrir la puerta.

— Oye, — replica acercándose al lado del copiloto — no se te ocurra ensuciar el auto. — advierte señalando el interior.

— No. — respondió rodando los ojos.

Se introduce en el vehículo sin cerrar la puerta del vehículo. Abre unas frituras para empezar a comer.

Billy imita su acción, a excepción de que él entrecierra la puerta.

— Revuelves muchos sabores. — menciona al mirar las diferentes opciones en su repertorio alimenticio.

Tenía salado, dulce, y ácido. Parecía una infante comiendo todo ese revoltijo.

— No puedo elegir sólo uno. — murmura dando un bocado.

Y así lo pensaba, desde que descubrió la enorme variedad de alimentos. No podía limitarse a escoger uno solo en una vez.

Hargrove suspira y se anima a tomar algunas de las otras bolsas de frituras que compró. Un par de bocados después observa como la ojigris apoya los pies en el marco de la puerta, la parte inferior.

Está por decirle algo pero se detiene al mirar sus piernas.

Cruzadas una sobre la otra por la zona de los tobillos, mostrando más la firmeza de ellas. E incitando a que su mente divague, queriendo que ellas estén sobre su regazo, acariciando la longitud y lo torneadas que están. Sin decir nada.

Jamás había deseado estar solo de esa manera. Como una simple pareja pasando el rato sin necesidad de nada más.

¿Eso hacían, no?

No tenían que besarse o fornicar todo el tiempo como a él normalmente le gustaba hacer estando con una chica.

'Oh mierda', maldice por lo que piensa.

¿Cuándo empezó a querer disfrutar de esos momentos cursis de parejas? ¿Qué sucedía con su cabeza? ¿Se estaba volviendo loco?

Para quitar esas tonterías de su mente dañada, decide tomar un paquete abierto que reposa entre ambos.

— Oye, — protesta cuando este toma la otra parte del pequeño panqué de chocolate, relleno de crema batida. — eso lo escogí para mi. — frunce el ceño quitando su posición anterior.

Gira los ojos por su queja. Pero logra captar una sutil mancha de crema en la comisura de sus labios, e inmediatamente no puede evitar querer retirar el exceso y lamer con ahínco con su propia lengua.

También le parece ¿adorable? Verla tan descuidada, con ese aire tierno e inocente como ese día en la biblioteca.

'Maldita sea, enfócate', se reprende para dejar eso de lado.

— Lo compraste con mi dinero. — alude para cambiar de tema — Así que también es mío. — declara llevándose a la boca el panecillo.

Fëanor entrecierra sus ojos pero no puede hacer nada; tenía un punto a favor con lo del dinero. Así que sigue comiendo lo demás.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒¹ •| |• 𝐁𝐈𝐋𝐋𝐘 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐎𝐕𝐄 ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora