VIEW OF AN ILLUSION _______________><________________
El joven castaño ve alejarse a la pareja, aún con el rubio abrazando a la chica firmemente.
Aquella misma muchacha que vio por primera vez en ese mismo cine durante el verano pasado mientras trabajaba esa temporada vacacional. Recordaba perfectamente aquel día.
Una noche como cualquier otra, un sábado tras el estreno de una película. Como si algo lo hubiera llamado; la vio.
Había mucha gente pero aún así logró visualizar entre el tumulto a una azabache. Su mundo alrededor parece se detuvo unos instantes suficientes para poder observar detalladamente a la joven.
Tenía el cabello oscuro como la noche, con un largo poco antes de llegar a sus hombros. Vestía una blusa blanca algo holgada, con unos cordones entretejidos al frente, y una frase adherida. Además de unos botines negros desgastados como su pantalón de denim con algunos roturas.
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Su estilo era distinto a la mayoría de las chicas de la escuela. Era descuidado pero único.
¿Quién era ella?
Jamás la había visto por los pasillos de la escuela y menos en el pueblo de Hawkins.
Inmediatamente se cautivó por su aspecto distinto y atrayente. Pues de lejos tenía una mirada brillante, casi inocente, que veía alrededor extasiada. Desconocía que era la primera vez que acudía al cine en toda su vida.
Él solo la observa encantado, siguiendo sus pasos al lado de alguien que reconoció como Jonathan Byers, el chico de las fotografías que siempre llevaba su cámara fotográfica.
¿Qué hacían juntos?
Intrigado aún más, la vio avanzar hacia la misma dirección que él, sin embargo, fue interceptada por un pequeño grupo de menores que la tomaron de las manos. Uno era de pelo rizado y el otro sabía que era el hermano de Byers.
— Vamos a buscar una zona donde haya buenos lugares. — alega emocionado el rizado.
— ¡En una zona alta! — prosigue Will animando. Por fin conocería la pantalla grande de la que le habló.
— ¡Oigan, ayudénnos! — reclaman dos pequeños más atrás lidiando con la comida.
— ¡Chicos, cálmense! — indica Jonathan sonriente por su ansiedad.
En cambio la pelinegra mostró una gran sonrisa por la situación.
Dejando aún más hipnotizado a Noah, deslumbrado por la enorme sonrisa encantadora en la que se curvaban sus labios rojizos y la vivaz mirada que se postró en ella.
Surgiendo así el momento en que su cabeza no haría más que querer verla de nuevo, saber su nombre, sus gustos y personalidad, todo en realidad. Quería conocerla.