A pesar de tener que trabajar todo el verano, nuestros jóvenes héroes también tenían descansos pequeños en sus puestos laborales. Y algunos los disfrutan de la manera que más gusten, durmiendo hasta tarde, viendo televisión o reuniéndose con amigos.
En este caso, nuestra pelinegra tiene un día de descanso que aprovecha para pasarla junto a su novio. Quién pasará por ella para llevarla a su empleo, ya que él sí debe trabajar ese día.
— ¿Irás con los chicos entonces? — cuestionó la muchacha a Will.
Eran los únicos que estaban en casa ese día, así que se levantaron tarde para desayunar. Después de eso, cada uno se comenzó a preparar para salir.
Fëanor se había puesto una falda negra deslavada con algunos apliques sobrepuestos y diseños bordados, que llegaba a medio muslo de largo. Una blusa holgada azul turquesa y unos zapatos deportivos negros que llegaban al tobillo.
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— Sí, iré con ellos un rato. — afirma el pequeño castaño terminando de lavarse los dientes.
— ¿Quieres que te acerquemos? — propone al pie de la puerta.
— No, gracias. — declina sabiendo que se refiere al californiano — Iré en la bicicleta. — añade sonriente.
— Ok, cuídate. — murmura dándole un beso en su frente.
Will responde de la misma manera cuando se escucha el claxon del conocido automóvil azulado.
— Debo irme ya. — destaca la chica — Te veo luego. — se despide caminando por el pasillo.
Abre la puerta tras tomar su mochila con sus pertenencias. Llevaría un libro para leer, los walkman que Jonathan le prestó y su traje de baño para nadar un rato en la piscina.
Inmediatamente se visualiza el vehículo estacionado en la propiedad.
Billy Hargrove por su parte también la observa desde su lugar; admirando sus lindas piernas que se veían mucho más atrayentes con la falda. Resaltaba muy bien esa parte de su cuerpo.
Ivers pronto está del lado del copiloto y abre la puerta. Dándole al muchacho una vista más cercana de su apariencia al ingresar al auto; subiéndose un poco la prenda oscura.
El rizado deja aquello y vuelve a la realidad cuando ella se inclina para saludarlo con un pequeño beso en los labios. — ¿Trajiste todas tus cosas? — pregunta encendiendo con su mano apoyada en la llave.
— Sí. — asiente acomodando su mochila sobre sus piernas — Por cierto, hoy vendrá Once a quedarse a dormir conmigo, — comenta poniéndose el cinturón de seguridad. Había quedado con la menor para convivir ambas. — así que no podré dormir en tu casa hoy. — declaró mirándolo de reojo.
