S2 - CAPÍTULO OCHO - IV

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SCREAMS FROM SHADOWS
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Fëanor se encuentra aún de pie a las afueras de la piscina comunitaria. Totalmente en shock que ni siquiera pudo detener al californiano; sólo se escuchó el rugido del motor alejarse a gran velocidad.

No podía dejar de repetir en su cabeza una y otra vez las palabras que el muchacho le expresó.

Déjame. Aléjate. Ya no me interesas. Terminamos.

Las había dicho de una manera tan fría, tan firme y hostil que sonaban; tan ciertas.

¿De verdad estaba pasando esto? ¿Realmente le dijo todo aquello? ¿Habían terminado?

¿Cómo podía ser cierto?

Hace sólo dos noches atrás estaban bien, ¿no?

Estaba totalmente confundida, y con una inexplicable opresión en el pecho. Jamás imaginó que esto podía suceder. A ellos.

Steve le había comentado tan sólo ayer que ambos eran perfectos juntos, que él era el indicado. ¿Acaso Billy no lo creía así entonces? ¿No sentía que podían estar juntos ya?

Juntos. Eso es lo que dijeron antes. Lo que se prometieron. Estar juntos siempre.

¿Qué pasó con esas promesas?

Ivers cierra los ojos y lleva sus manos a sus caderas, intentando contener las lágrimas que amenazan con salir.

Inhala y exhala para calmar su pesar

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Inhala y exhala para calmar su pesar. Literalmente todo se había derrumbado en tan solo unos minutos. Con sólo unas palabras, todo se colapsó.

Unos segundos de soledad le son suficientes para continuar. Prefiere no seguir pensando en eso otra vez, así que emprende camino a su hogar. Caminará, eso siempre le funcionó para meditar o despejar su mente.

Minutos después de avanzar por las calles no tan transitadas de Hawkins, algo la hace detenerse; el bullicio de unas personas que se encuentran jugando básquetbol en una cancha del parque. Es una familia, una padre y sus tres hijos, uno aparentemente de quizás unos 15 años, el otro de unos 13 y el más pequeño de 10 años.

Juegan divertidos a pesar de que podrían estar en esos momentos en el centro comercial y divertirse ahí. Pero prefieren esto.

Sin analizarlo mucho, sus pies la hacen caminar en dirección a ellos y se sienta en una de las bancas frente a la cancha.

No hace nada más que limitarse a observar cómo pasan la pelota de un lado a otro, cómo rebota contra el suelo y cómo logran esquivar a su contrincante para encestar en el aro.

— ¡Dos puntos más! — celebra el más pequeño de los chicos. Causando una sonrisa en los demás integrantes.

Irremediablemente, la mente de la pelinegra se transporta a una memoria muy preciada.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒¹ •| |• 𝐁𝐈𝐋𝐋𝐘 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐎𝐕𝐄 ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora