Un presentimiento. Es esa sensación o intuición de que algo va a ocurrir; bueno o malo.
Y cuando llega a suceder, puede no ser simplemente en nuestra dirección, sino en los demás. Como un gemelo, un padre, o una pareja. La conexión que los une es lo suficiente fuerte para llegar a percibir algo que les pueda afectar.
Eso sucedió con Fëanor.
Algo en su pecho; una sensación extraña la invadió de pronto. No tenía idea de que significaba, pero la sentía.
Jamás imaginó que era un aviso de alguien muy importante para ella quien estaba en peligro. Billy, su novio. La necesitaba y ella no lo sabía.
Desgraciadamente, era muy tarde para salvarlo. El ente interdimensional lo tomó en sus garras, y encontró en el californiano al perfecto nuevo portador que le ayudaría a acabar con sus enemigas junto a todos los otros.
Hargrove está algo agitado, aturdido y adolorido en el interior de la construcción abandonada. Mira a su alrededor y no hay nada, no puede ver a esa "cosa" que lo atrapó. No obstante, no se queda a averiguar su paradero y se pone de pie para emprender huida.
Corre apresurado por las mismas escaleras que lo llevaron hasta ahí. Encuentra la salida y puede vislumbrar su vehículo aún estacionado, al cual aborda de inmediato.
'Enciende', pide dándole vuelta a la llave. Esperando que no le falle.
Instantes después el motor enciende y agradece enormemente en su interior; arrancando con rapidez.
¿Qué debía hacer? ¿Debía contactar a Hopper, a Max o a Fëanor?
Unos metros más adelante, logra visualizar una cabina telefónica. Así que se detiene. Baja y corre hasta ella.
¿A quién llamaría? ¿Contestarán?
Ivers. Quizás ella sea la única que puede auxiliarlo.
Toma el teléfono e intenta recordar con fervor el número; marcando tras tenerlo en la mente. Unos segundos después se escucha. — Cinema Starcourt, ¿qué desea? — se oye a una persona a través de la línea.
El rubio a punto de decir algo, unas imágenes se le vienen a la cabeza y le impiden hablar. Siendo arrastrado. Llevado hasta ese lugar oscuro. Ratas alrededor. Un tentáculo aferrado a su boca.
Las memorias se esfuman y la luz de la cabina parpadea constantemente hasta apagarse y estar en completa oscuridad.
Más no es una normal, es una distinta.
Deja el teléfono y termina la llamada. Sale de la cabina para poder descifrar qué sucede.
Todo su entorno está en una penumbra, alumbrado sencillamente por los faros delanteros de su camaro. El ambiente tétrico sin ruido alguno más que su respiración nerviosa. De verdad siente algo de miedo; no lo puede ocultar. Hay frío, uno casi helado, y una densa neblina lo rodea, con pequeñas partículas flotando en el aire.
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