𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒¹ •| |• 𝐁𝐈𝐋𝐋𝐘 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐎𝐕𝐄 ✓✓

S2 - CAPÍTULO QUINCE - IV

GOODBYE HOME
_______________><________________

Hawkins, Indiana
Octubre 4, 1985.

El verano había llegado a su fin, y eso significaba que el día de la mudanza de los Byers se llevaría a cabo. El plazo para que los nuevos inquilinos se mudaran a su nuevo hogar se acercaba. Por ende debían marcharse.

Así como el californiano quien también partiría junto a la familia. A excepción que no se mudaría precisamente con ellos sino con Fëanor a un departamento cerca de los Byers. Había logrado un acuerdo con el gobierno mediante el doctor Samuel Owens para que les proporcionaran un lugar de manera que fuera una especie de indemnización por daños causados por su ineficiencia con los últimos acontecimientos.

Y en el inicio de ese día, junto a su novia que se había quedado a empacar la noche anterior, además de con la ayuda de Max, sólo faltaba subir las cajas al vehículo para ir a la otra residencia a guardar las demás pertenencias de la pelinegra.

Después de desayunar algo, llevaron las cajas al automóvil. No llevaría más de lo indispensable puesto que el departamento venía equipado con lo básico para ambos. Lo demás se quedaría a disposición de lo que su padre dijera; donarlo o venderlo.

Quien al principio no estaba completamente de acuerdo en que se fuera pues creía que no se podría valer por sí mismo o que se iba a volver un rebelde sin control si no tenía una autoridad a quien rendir cuentas. Pero sabía que no podía impedirlo, su hijo había crecido y ya no era el mismo de antes. Y también aquel avance iba a suceder tarde o temprano, así que no dijo más que: ❝no te metas en problemas.❞

— Esta es la última caja. — menciona Maxine al cruzar la puerta principal, con una pequeña caja en manos.

— Bien. — asiente el rizado pensado en ir a su habitación.

— ¿Ya acabamos? — pregunta la azabache cuando regresó del auto.

Los dos hermanos asienten en respuesta. Ya no había nada más que hacer y sólo faltaba ir al auto para ayudar a los demás con el resto.

— ¡Ya nos vamos, mamá! — anuncia la pelirroja a su madre que estaba en la cocina.

Susan al oír aquello se apresura a ir hasta ellos antes de que se marchen.

— Les preparé unos sandwiches para el camino. — declara entregando una bolsa de plástico.

— Gracias, Susan. — agradece la ojigris. Para tomarla entre sus dedos.

— Sí, gracias. — murmura el muchacho también. Apreciaba el gesto de la mujer.

— Yo… oh dios. — balbucea la mujer, formándose un nudo en su garganta. — Cuídate mucho, Billy. — indica con fervor, no quería que algo malo le sucediera como la última vez — Ambos, ¿si? — reitera mirando a la pareja de su hijastro.

— Lo haremos. — señala Ivers conmovida. Ella era una increíble persona que se preocupaba por el rubio aún sin ser su hijo de sangre; justo como Joyce con ella.

— Estaremos bien. — añade el joven, un tanto incómodo por la situación con su madrastra. Había tenido una actitud distinta a la de su padre con la que se le hacía complicado lidiar.

— Sí sí… — musita la mujer pelirroja intentando contener las lágrimas — Por cierto, — agrega en dirección a la azabache — le di a Joyce unas recetas con los platillos favoritos de Billy. — informa, se había despedido de su querida amiga el día anterior y aprovechó para entregarlas. — Ya que yo no podré, quizás lo puedan hacer ustedes. — argumenta, tras años de vivir con el chico supo algunas cosas que eran de su preferencia.