Ivers ingresó a la piscina comunitaria, caminando entre la multitud de personas que iban a pasar un rato divirtiéndose en el lugar.
Pasó la puerta principal e inmediatamente buscó con la mirada al californiano haber si estaba en su puesto pero no era así. Por eso decidió preguntarle a un compañero salvavidas de ahí. — Adam, ¿has visto a Billy? — acercándose al chico. Era quien compartía turno en ese momento.
— Ah, creo que fue a las duchas o algo así. — menciona encogiéndose de hombros. Lo había visto bajar de su puesto pero no prestó mucha atención.
— Gracias. — asintió la muchacha.
Giró su vista al lugar mencionado y lo vió salir de ahí. Llevaba una camiseta sin mangas negra y el short del uniforme, rojo.
Sin embargo, algo llamó su atención. Era un tanto extraño su semblante al caminar, como agitado y tambaleante en cada ciertos pasos. Confusa lo observó hasta que el joven se dirigió a la bodega de almacenamiento; siguiéndolo instantes después.
Cruzó la puerta de rejilla. — Billy. — llamó pero no hubo respuesta. — ¿Billy? — insistió, más fue el mismo resultado.
Entonces lo vió frente suyo, de pie y dándole la espalda, mirando a la repisa con objetos de limpieza y demás cosas. Lo estudió brevemente con la mirada, su cabello sudoroso caía por su espalda, deshaciendo algunos rizos dorados. Además de las gotas de sudor acumuladas en sus brazos.
— Estaba buscándote. — declara al no verlo voltear por su presencia.
La verdad es que apenas y podía concentrarse en él mismo. Toda su cabeza se encontraba atareada y sus oídos zumbaban.
— Me preocupé anoche por ti, — refiriéndose a su presentimiento — y quise contactarte. — explica acercándose — Pero no me respondiste las llamadas de ayer y hoy. — destaca a sus evasiones — No me dijiste absolutamente nada y justo ahora espero digas algo. — reitera su falta de comunicación.
El rubio no reacciona en absoluto, no puede siquiera formular alguna palabra en su cabeza, menos hacerla salir de su boca. Le costaba demasiado estar en la realidad.
— Billy, ¿qué pasó contigo? — interroga poniendo una mano sobre su hombro.
Toma la mano de la chica y gira abruptamente para estamparla contra los estantes hasta hacerla caer inconsciente.
La mente del muchacho se oscurece y vuelve a la realidad. Unos instantes se había perdido por completo en una ilusión confusa.
¿Imaginó que golpeaba a la ojigris? ¿Por qué?
Desde la noche anterior su cabeza estaba dando vueltas y se sentía fuera de sí. Como si siguiera en un sueño o una alucinación causada por narcóticos o algo similar.
¿Qué le estaba pasando?
— Billy, — su nombre lo trajo a la realidad — mírame y responde. — indica, tratando de ponerse a su lateral.
Más este no lo permite. Retira su mano bruscamente de encima suyo. — Aléjate de mi, Ivers. — dijo con voz gruesa. No puede lidiar con ella ahora.
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