𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒¹ •| |• 𝐁𝐈𝐋𝐋𝐘 𝐇𝐀𝐑𝐆𝐑𝐎𝐕𝐄 ✓✓

CAPÍTULO VEINTE - IV

RUN AWAY
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Avanzan aprisa entre el bosque mientras el eco de los rugidos de las bestias van quedando atrás. Sin ninguna linterna, solo alumbrados por la escasa luz de la luna.

La joven aún sigue con el nerviosismo al máximo. No puede evitar sentirlo. El rubio finalmente la había visto usar sus poderes. ¿La creerá un fenómeno, un monstruo?

Ni siquiera quiere saberlo.

Y para rematar, el muchacho incluso vio aquellas criaturas que sólo anunciaban problemas.

¿Él había vuelto, ese ser tan poderoso?

Todo indicaba que estaba más cerca de lo que ella creía.

Demasiado que analizar.

Billy mientras tanto también repite en su cabeza lo que acaba de pasar unos minutos atrás.

Caminaban tranquilamente en el bosque y sin una razón aparente, solo seguía a la azabache. De repente, salieron esos animales que no tiene idea de que eran, y luego la chica, como si fuera de esos personajes de superhéroes; sacó fuego de sus manos. ¿Qué había sido todo eso?

Fëanor Ivers en definitiva, era más extraña y misteriosa de lo que creyó.

¿Cuántos secretos más escondía?

Decide averiguarlo. — Oye, espera. — ordena una vez se acercan a la orilla de la carretera.

Ivers no se detiene, no emite una palabra. Tampoco se voltea a verlo. No quiere afrontarlo.

Hargrove se molesta por ser ignorado y se apresura a llegar a ella. — Maldita sea, detente. — tomándola del brazo.

Gira su cuerpo por la fuerza que este ejerció, más no sube la mirada. Siente miedo a que la vea diferente.

— Me quieres decir que mierda fue todo eso. — exige firme.

¿Cómo se lo podía explicar? No quería hacerlo. No estaba preparada para lidiar con ello.

— No hay nada que decir, — declinando decir algo — debemos irnos. — zafandose de su agarre.

— ¿No hay nada que decir? — repite con ironía — ¿En serio? — alzando una ceja — Yo creo que sí. — alega — Por ejemplo, esas malditas cosas que nos atacaron allá. — señalando hacia atrás — Y luego el hecho de que lanzaste fuego de tus manos. — alzando las manos — ¿Por qué demonios puedes hacer eso? — pregunta exaltado.

— No hay tiempo de explicarlo. —  objeta de nuevo.

— ¡¿Por qué no?! — exclama frustrado.

— ¡Porque necesito saber cómo están los demás! — grita también. Sus amigos podían estar en peligro.

— ¡Me interesan una mierda los demás! — vocifera. Él quería saber qué sucedía.

— ¡A mí no! — protesta — ¡Así que me llevas con ellos o me voy caminando! — demanda señalando el auto que se veía estacionado al otro lado de la carretera.

— ¡Bien! — accede molesto.

Caminando ambos para cruzar la avenida.

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Justo cuando iban a un par de metros de distancia del vehículo, de la nada, un sabueso salta sobre el transporte.

— ¡Fëanor! — grita jalando a la chica cuando ve a la bestia que se abalanza.