Capítulo 114 parte C

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Annie realizó una especial visita al Hogar de Pony, buscando primeramente a Candy.

Ésta, —en un cuarto médico improvisado—, estaba atendiendo a una pequeña; y debido al semblante serio reflejado y divisado, la rubia se animó a preguntar:

— ¿Qué pasa?

La morena ojo azul respondió al entregarle el periódico matutino.

Demostrando su no interés, la enfermera intentó justificarse:

— Annie, tú sabes que...

— ¡Sólo léelo! — se le ordenó firmemente.

Es bien sabido, que desde la dura separación, la pecosa, a toda costa, evitaba leer notas del periódico, principalmente las de espectáculos; no obstante, por la manera de insistir, Candy, de mala gana lo arrebató para leer:

"Hoy se cumplen 9 meses de la desaparición de Terrence Granchester; y en una conferencia de prensa, la reconocida actriz Eleanor Baker, y para sorpresa de todos, madre del actor, en compañía de la ex actriz y prometida del mismo: Susana Marlowe, solicitaron por este medio, de los principales estados y sus alrededores, su valiosa colaboración para localizar el paradero del Joven Promesa de la Actuación"

Sin querer mostrar afectación, la rubia bajó el periódico, miró a su amiga y le sonrió expresando:

— ¡Vaya! Así que, ha desaparecido.

La morena asintió. En cambio, la enfermera fingió indiferencia total.

— Bueno, sólo esperemos que dónde quiera que esté, esté con bien.

— ¿Lo estás diciendo en serio?

— ¡Claro! ¿Por qué habría de preocuparme?!

— ¿Acaso ya no sientes nada por él? — Annie se aventuró a preguntar.

— ¡Por supuesto! Un gran cariño de amigos.

Candy volvió a su actividad ignorando la presencia de su amiga que diría:

— Te desconozco, Candy.

Ésta, fingiendo fastidio, expresaba:

— ¡Vamos, Annie! Ahora, es la pobre de Susana quien debe estar al tanto de él; y la verdad, me compadezco de ella por la angustia que ha de estar sufriendo

— Y no te has puesto a pensar... —, la morena inquiría: — ¿en que algo malo pudiera haberle pasado?

— ¡¿A Terry?!

Annie asintió positivamente; y Candy proseguía:

— ¡Claro que no! ¡Él está muy bien! — afirmó para fuera, porque para adentro se decía con mortificación: — Eso espero.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora