Capítulo 126 parte D

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Los Andrew llegaron a Chicago el jueves a mediodía; y después de pasar a dejar a Candy a su departamento y a Eliza a su casa, los chicos fueron de inmediato a la Mansión.

Allá, en cuanto la señora Elroy los vio llegar, pidió de inmediato hablar con Albert y exigirle una explicación con respecto al asunto de Neil.

El rubio que de por sí, llevaba pocos humores, con la demanda de la tía no pudo controlar su temperamento.

Archie, comprendiendo lo grave de la situación, quiso quedarse para apoyar a su tío.

En cambio, Albert le pidió a su sobrino retirarse mientras seguía a la dama mayor la cual ya se dirigía al despacho.

En cuanto ésta vio que el rubio cerró la puerta del lugar, le diría:

— ¿Y bien? ¿Cómo es posible que permitieras tanto? Tú, cuando supuestamente deberías ver por el bienestar de tu familia. ¿Cómo se te ocurre aceptar semejante bajeza? Nosotros somos una familia de alto renombre que no podemos dejar que la gente nos sobaje a su gusto.

— Tía, por favor. Antes de empezar con una lección de superioridad, dime exactamente qué fue lo que te dijo Neil — el tío contestó en lo que se acercaba a ella quedando él de pie.

— Lo que haya sido, William, era tu obligación protegerlo y darle a él toda la confianza y apoyo.

— ¡Y se lo di! — el guapo rubio alteró la voz. — Sin embargo, ¿qué es lo que ha hecho? ¡Huir como el cobarde que es para venir a esconderse debajo de las faldas de su mamá en lugar de responder por sus bajas actitudes! Aunque viéndolo bien, si lo matan ¡bien merecido se lo tiene!

— ¡William, no te permito que me hables así! Además, como patriarca debes velar por los asuntos de los tuyos, no los de tus amigos.

— ¡Y lo estoy haciendo! ¡Hice todo lo posible precisamente para que tú no te enteraras de que Neil está involucrado en un intento de asesinato; además, de ser un miserable ladrón que ha estado robando a su propia familia, ¡ah! y sin contar que instó a llevar a cabo un plan de secuestro!

— ¡¿Qué dices?!

— ¡Ah! ¿Eso no te lo dijo? — Albert sonó un poco sarcástico. — Bueno, ya que al parecer no estás enterada correctamente te lo diré: ¡Neil atentó gravemente contra la vida de Terrence Granchester, y ahora el Duque no descansará hasta encontrar a tu sobrino para ajustar cuentas con él!... Así que, no te sorprenda verlo por aquí.

— ¡Santo Cielo! — exclamó la dama sentándose en el sofá más cercano y soplándose con su abanico; pero segundos después: — Qué bueno que actuamos rápidamente y aquí perderá su tiempo porque no lo encontrará.

— ¡¿Qué estás diciendo?! — gritó el rubio poniendo sus manos sobre los brazos del sillón acorralando a su tía.

— Que Neil no está más en Chicago — informó aquella de lo más serena.

— ¡No puedo creer lo que han hecho!

Albert se enderezó y se pasó las manos por el cabello, pero rápidamente se giró a ella para demandarle:

— ¡¿Dónde está?!

— ¡Por supuesto que no te lo diré! Porque YO no voy a permitir que un Andrew caiga en la cárcel.

— Tía, ¡estamos hablando de un delincuente que debe pagar sus delitos!

— No, no lo es. Él sólo ha sido víctima de las circunstancias. Además, no está comprobado que Neil haya hecho esas cosas de que lo calumnian.

— ¡Increíble! ¡Te lo estoy afirmando yo! — el rubio se apuntó. — ¿Cómo es posible que le creas más a él, que a mí?

— Porque al parecer, tú con tus ideas liberales no te permiten usar la razón para resolver este problema porque antepones primero la amistad que tu obligación hacia tu familia. Así que, déjalo en mis manos; y si el Duque de Granchester llegara, yo lo atenderé.

— Bien — dijo Albert con un tono derrotado. — Entonces, como al parecer tú "sí" podrás resolver el asunto, creo que yo como Cabeza de los Andrew no sirvo, dándome así la oportunidad de renunciar a seguir siéndolo y retomar mi propia vida.

— ¡¿Qué estás diciendo?! — ahora la que se alteró fue Elroy.

— ¡Lo que escuchaste! — aseveró el guapo rubio, más continuaría con plena dureza: — ¡Porque si yo, siendo el Patriarca de esta familia y mi palabra empeñada no vale ante la de un asesino... no tiene caso que lo siga siendo!... Y dale el puesto a Neil. Tal vez él sí pueda con todo ¡aunque te auguro que en menos de un año, llevará a la ruina a la familia entera! — finalizó enfurecido buscando la salida; pero antes y sosteniendo la perilla de la puerta sentenciaba: — Y de una vez te advierto, ¡el Duque de Granchester no vendrá a pedirte permiso para ver si puede hacerle daño a Neil como él se lo hizo a su hermano, sino que vendrá a tirarte su cuerpo muerto a la puerta de tu casa por haberlo ayudado a escapar! — puntualizó y salió sin cerrar la puerta.

La mujer se quedó pegando de gritos llamando a Albert.

En cambio, éste ya corría escaleras arriba hacia su habitación encontrándose al final de éstas a Archie, que al momento de cruzarse, el joven, en señal de apoyo, alcanzó a palmear la espalda de su pariente, el cual en verdad estaba enfurecido agradeciéndoselo el rubio. También le pidió seguirlo, porque debían averiguar dónde encontrar a Neil antes de que Cisco lo hiciera.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora