Capítulo 114 parte E

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Mientras tanto en Chicago...

El señor Granchester, —quien seguía investigando sobre el paradero de su primogénito—, se dirigió a la estación de trenes, ya que a lo dicho por Albert, Terry sí había estado en la ciudad y sí había decidido regresar a Nueva York.

Con esos datos, el aristócrata arribó a la oficina del gerente; y de éste solicitó entrevistar a todos los empleados.

— ¿Es todo su personal? — preguntó Richard.

— El de la mañana sí, Sire; y nadie de ellos ha visto a la persona con las características que nos ha dado.

— Bien — se escuchó.

Consiguientemente, Richard sacó un sobre, que conforme extendía, decía:

— Estoy hospedado en el Hotel "W" para enterárseme de cualquier información que llegue a tener, y ¡téngalo por seguro que se lo agradeceré aún más!

— Por supuesto, señor Granchester.

Luego de recibirse lo entregado, se deseaba:

— Pase un buen día.

Y como esa sencilla colaboración había sido muy bien remunerada, alrededor de las 4 de la tarde, al Gran Duque le informaban que una empleada había atendido y reconocido a su hijo; sólo que éste había negado su identidad.

Al pedir el padre corroboración de la persona vista, la jovencita enamorada platónicamente del actor ¡por supuesto! sus ojos no hubo desapartado de él, asegurándoles así, que el joven sí había abordado el tren, porque nunca se le vio abandonar la central.

Con esa aseveración, ahogaron en un mar de angustia a la pobre madre, la cual imploraba fervientemente al cielo por la pronta aparición de su unigénito.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora