Capítulo 128: EPÍLOGO parte D

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—Continua Flash Back—

Corría ya el segundo mes del año, cuando la compañía Stratford, se presentó en Chicago.

Los amigos volvieron a reunirse después de una de las presentaciones y haciendo planes ya que Terry tendría un breve descanso de dos semanas.

Notificado por su padre, era requerida la presencia de Francisco en la Junta de Lores, así que, también debía elevar anclas y partir a Inglaterra.

Pero, antes, y como despedida, los invitó a visitar el Rancho "Los Cascabeles" propiedad de Luis en San Antonio, Texas.

Después de un par de días de viaje, llegaron a la ranchería: Terry y Candy, Cisco que también extendió invitación a su padre y Eleanor, Archie, Albert e increíblemente, la compañía de la tía abuela, la cual quedó fascinada con el lujo, tradición y colorido de aquella hacienda.

Los recién llegados estaban descendiendo de los vehículos cuando escucharon unos singulares gritos.

Los vaqueros chiflaban al montador que ya casi domaba a un brioso corcel.

De pronto, lo vieron volar por los aires y todos hicieron gestos de dolor, porque cayó de puro sentón.

— Ahí va otra vez — dijo divertidamente Francisco.

— ¡Juan! ¡Pancho! Tráiganlo rápido — ordenó con mando el caído que en cuanto se puso de pie, se sacudió el polvo de las asentaderas.

Pero los vaqueros no podían enlazar al brioso animal que daba grandes reparos y tiraba fuertes patadas.

De repente, un lazo cayó en el cuello del potro.

Por supuesto, todos voltearon a ver al lazador.

El primero en sorprenderse fue su marido el cual corrió a ayudarla porque el animal la estaba jalando; pero ya los vaqueros habían tomado la reata y Candy graciosamente sacudía las manos porque el lazo la había quemado y obviamente el regaño de su esposo no se hizo esperar.

En cambio, aquella le decía que en lugar de estar regañándola le viera las manos, y en lo que Luis ordenaba el botiquín, se oyó:

— ¡Inútiles! ¡¿Cómo es posible que una mujer les haya ganado a lazarlo?! Rápido, haraganes ¡¿Qué esperan para traerlo aquí?! ¡Bola de ineptos!

Y ante esos gentiles gritos enfurecidos todos los invitados se quedaron pasmados, sólo Luis y Cisco reían de la osadía de aquel valentón y de nueva cuenta lo veían montarse en el animal.

Los ojos de los espectadores estaban puestos en los movimientos del jinete y del mismo caballo y después de varios reparos, el potro finalmente cedió.

La algarabía de los vaqueros no se hizo esperar y los sombreros volaron ante el éxito. El jinete vio a las visitas y se dirigió a ellos, no sin antes gritar:

— ¡Así se doman a los que se ponen rebeldes! ¡Espero lo hayan aprendido!

Nadie supo si aquello dicho fue pedrada indirecta, pero por si acaso... todos se hicieron a un lado.

El sonido de las espuelas cada vez se escuchaba más de cerca y en cuanto el montador vio a Cisco, sacudiendo las chaparreras, corrió a sus brazos... sorprendiendo a todos ese acto porque le daba un beso en la mejilla.

— ¡Cuánto tiempo sin verte! Cuando tío Luis dijo que vendrías no lo podía creer.

— ¿Cómo estás, enana?

Escuchado el calificativo todos soltaron un ¡AAHH!

— Bien — contestó ella y se soltó para ver al resto del grupo. — Traes visitas.

— Así es. Deja te los presento — hubo dicho Cisco poniendo su mano en la espalda

— Mmm... espera, dejo adivino — miró rápidamente a los concurrentes. — ¡Éste es Terry, tu hermano! — y lo apuntó sonriendo el aludido.

— ¿Cómo lo supiste?

— Ah, pues, ¿quién no conoce a la estrella de Broadway? Que por cierto, ¿cuándo te presentarás en San Antonio?

— ¿Cuando construyan un teatro? — respondió Terry con su clásico sarcasmo y todos comenzaron a reír... porque de hecho real fue hasta 1929 cuando se construyó el Teatro Majestic en esa ciudad.

Las presentaciones debidas se llevaron a cabo y el que estaba más sorprendido de aquella era Albert, y mayúsculamente cuando la joven se quitó su tejana y dejó escapar su cabellera de color marrón con ligeros rizos en las puntas y de ojos color miel.

— Mucho gusto, soy Izel —; y extendió su mano para que el rubio la aceptara, y con caballerosidad, se la besara.

Ese gesto puso nerviosa a la joven y a él su nombre que preguntó...

— ¿Algún significado en especial?

— Única en Lengua Maya —, y sí que lo era para él.

Todos percibieron la atracción entre aquellos dos porque no decían nada sólo se miraban a los ojos y no se soltaban de las manos hasta que unos carraspeos los volvieron a tierra.

— Bueno, pues que les parece si finalmente pasamos — ofreció Luis dedicándole una mirada pícara a su sobrina que se ruborizó toda y ante ese gesto el hombre mayor comenzó a sonreír.

— ¡Vas a ver, Pa!

Así ingresaron a la Hacienda y de inmediato acomodaron a los visitantes en sus respectivas recámaras para que se refrescaran y descansaran un rato ya que por la noche se les había ofrecido una cena de bienvenida.

Después, se dispusieron a recorrer todo San Antonio visitando El Álamo, la Catedral de San Patricio, Paseo del Río, y demás eventos folklóricos de la región.

Y ese corto tiempo que estuvieron allá fue suficiente para Albert de quedar prendado de la chica tejana así como a la Abuela Elroy que al ver el imperio que también tenía, no le encontró ningún "pero" además porque le gustaba su carácter mandón y el porte de distinción cuando la ocasión lo ameritaba; entonces sin titubeos aceptó la relación de esta pareja que se unió meses más tarde precisamente en la Hacienda.

Más, en uno de los recorridos a caballo, Francisco llevó a Albert adonde estaba Neil, y a lo lejos el rubio vio a su sobrino mientras trabajan en la excavación de pozos petroleros.

El español vio una sombra de tristeza en el magnate y le dio su palabra de liberarlo pronto del castigo, y más porque estaba dando resultados.

Increíblemente, Neil se estaba adaptando a su trabajo y lo hacía con verdadero empeño además porque no era un sencillo peón sino que el moreno, lo puso a cargo de los ingenieros para que le enseñarán todo y hasta ese día, no había queja del jovencito informándole también del cambio en su comportamiento.

Luego, Francisco partió hacia Londres a mediados del mes, en compañía de su padre y Eleanor; y Terry como seguía con sus presentaciones estaba más feliz que nunca de tener a su pecosa a lado que el castaño no reprochó el que su madre siguiera a su padre.

Estando en tierras inglesas, fue donde el Duque de Granchester encontró a Eliza en una cena social.

La chica seguía siendo presumida, pero conforme fue tratando al moreno, su carácter fue cambiando ya que cuando la pelirroja notificó a sus padres de su decisión de casarse con Francisco, la madre se negó rotundamente importándole el ducado que tenía.

En cambio, Eliza por primera vez demostró verdadero afecto por alguien porque nadie la había tratado como él lo hacía, a pesar de que cuando a la chica se le subían los humos a la cabeza, el moreno con su carácter fuerte, rígido y estricto, la ponía sobre la tierra pero en cuestiones íntimas era atento, delicado y muy apasionado con ella.

Fin Flash Back

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora