Capítulo 127: FINAL parte B

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El castaño se separó y buscó el rostro de su esposa.

— Candy, linda, ¿qué sucede?

— Es sólo que... me acordé de todo lo malo que Eliza nos hizo y... — ella sonrió con un poco de ironía. — Ahora verla feliz y compensada con una familia y...

Terry entendió a la perfección.

— ¿Quisieras estar en su lugar?

— ¿Cómo?

La señora se desconcertó de la pregunta de su esposo, pero más de ver su gesto serio.

— ¿Qué si te hubiese gustado que tú y yo fuéramos los duques y estuviéramos en el lugar de Cisco y Eliza?

— No, para nada; ¿cómo piensas eso?

Ella lo abrazó fuertemente antes de que la conversación tomara rumbo diferente o Terry pensara otra cosa.

Aun así, el castaño diría con reproche:

— Bueno, lo digo porque al parecer es lo que te hubiese gustado.

— No, no, por supuesto que no y nunca fue con intención de...

Ella se disculpó de inmediato.

En tanto, el joven sonriendo, la interrumpía:

— Yo lo sé, Candy, pero déjame ponerte algo muy en claro: el hecho de que Eliza ocupe un alto nivel en la sociedad no la hace mejor que tú. No es compensación lo que ella recibió sino... ¿tienes una ligera idea de lo que un ducado representa? Es cierto, puedes presumir las mejores joyas, los mejores vestidos, y tener lo mejor de todo, pero, ¿a cambio de qué?

La rubia no supo contestar.

— A lo largo de mis primeros 16 años viví en ese medio tan artificial y absurdo... Y si yo puse mis ojos en ti, fue porque eras diferente a todas esas señoritas de sociedad que sólo están preocupadas por el... "qué se pondrán mañana"... Pero hay una cosa que tal vez no te he explicado. El ser una Duquesa también tiene sus obligaciones y responsabilidades, no sólo el estar de fiesta en fiesta, de viaje en viaje, y el estar gastando todo a manos llenas, sino que, debes cuidar una reputación, debes saber y estar al tanto de lo que un ducado representa y más a lado de mi hermano que no es una persona fácil de tratar ni manejar... y aunque no dudo que tú hubieses hecho un gran papel, a mí no me hubiese costado nada, aceptarlo de manos de él. Sin embargo, al ser ellos quienes tomaran la responsabilidad, a nosotros —, él puso una mano sobre su pecho y la otra sobre Candy, — nos dieron la oportunidad de vivir libres, sin sociedades falsas, sin ataduras, ni obligaciones no deseadas. Tú y yo somos diferentes, nos gusta la libertad, nos gusta hacer lo que queramos y sin estar preocupados de lo que la sociedad piense de nosotros. A nosotros nos han limpiado el camino para ser felices y sin obstáculo alguno. Ya ves, Susana al final de cuentas comprendió que a mi lado, no obtendría más que gratitud y luego, Cisco quien llegó en el momento más difícil y justo de nuestras vidas, tomando él, mi lugar en un ducado que yo nunca quise, siendo él, quien tomara venganza y ensuciándose las manos por mí, de aquél que me hizo daño a causa de tu amor y rechazo; y a ti, tomando a Eliza como su esposa y poniendo un mundo de distancia entre ustedes dos para que no te siguiera causando más daño.

— Perdóname — Candy volvió a abrazarse de él.

— No, querida, no tengo nada que perdonarte, al contrario, perdóname tú a mí, porque fui egoísta y sólo pensé en mí y renuncié a algo sin haberte preguntado si tú estabas dispuesta a llevar a cuestas una obligación de ese tamaño y además siendo tan jóvenes.

— Sí, tienes toda la razón. No sé ni por qué pensé en ello.

— Tal vez, ¿por qué no te he dado lo suficiente?

— No, al contrario, me has dado más de lo que yo quisiera.

— Y puedo darte mucho más, como por ejemplo en este momento, darte las gracias — él la tomó de la mano y se la besó.

— ¿Por qué me agradeces, amor, cuando soy yo quién te debe todo?

— Gracias por ser mi amiga, mi compañera, mi confidente, mi amante.

— No, gracias a ti, por tu amor, por tu paciencia, por tu comprensión y tiempo.

— Perdóname, Candy.

— ¿Ahora por qué pides perdón?

— Porque precisamente hablando de egoísmos, porque te quité el tiempo y te aparté de tu carrera.

— ¿Estás bromeando?

— Pero si tú quieres retomarla...

— No, en estos dos años a tu lado, me he sentido maravillosamente bien. Además, no ha sido en vano ir contigo a tus giras, hemos recorrido los lugares que visitamos. Fíjate, ya conozco casi todo el país, hemos visitado algunos sitios de México, Centro y Sur América, también algunas ciudades de Canadá y en todo ese tiempo, he aprendido más. Es cierto que extraño la enfermería, pero he aprendido mucho de Geografía y ahora comprendo a Albert cuando hablaba de recorrer el mundo. En cada parte que visitamos hice mis investigaciones, desde comidas, costumbres, inclusive aprendí bastante de medicina herbolaria.

— Y eso que todavía nos falta Europa.

— Bueno, pero eso puede esperar, hasta que pase lo de la Guerra.

— Por supuesto, amor. ¿Qué quisieras hacer mientras tanto? ¿Te gustaría escribir todo lo que aprendiste?

— ¿Plasmarlo en un libro?

— ¿Por qué no?

— No suena mal... ¡Sí, me gusta la idea, gracias! —, y Candy le dio un beso en la mejilla.

— De nada, vida. Al contrario, soy yo el que te agradece todo. Llevarte conmigo a las giras ha sido menos desgastante para mí. Es cierto que era trabajo, pero, estabas conmigo en algunos ensayos; al finalizarlos, nos salíamos a comer y a visitar el lugar donde nos presentáramos, por las noches no sólo estabas conmigo haciéndome compañía en las funciones sino para después partir a nuestra habitación gozar de nuestra sola compañía, luego dormir y despertar juntos al siguiente día. Ha sido verdaderamente hermoso, Candy, compartirlo todo contigo. Creo que en estos dos años, nos conocimos plenamente, y las sorpresas no acaban, porque día a día, recibo una de parte tuya.

— Exactamente como tú me sorprendes con tus pequeños detalles.

— Es que esos son los más importantes. Los pequeños que se acumulan para hacer algo grande y para que siempre te acuerdes de ellos.

— Te amo, Terry, creo que nunca dejaré de decírtelo.

— Y yo no quiero que dejes de hacerlo.

El castaño buscó los labios de la rubia; y después de besarla amorosamente, se levantó, la ayudó a enderezarse para luego salir de la tina; y mientras Terry buscaba las toallas, Candy exprimía un poco de su cabello poniéndose a espaldas de él.

Cuando sintió aquella tela en su cuerpo y después de agradecer el gesto amable de su esposo se dispuso a secarse ella misma, pero sonrió porque...

— Deja lo hago yo — fue la sensual petición de aquél y ella accedió sintiéndose nuevamente consentida; y con todo el cuidado del mundo, el castaño comenzó a secar el cuerpo de la rubia que no pudo evitar sonrojarse por las caricias que él le hacía y más por el camino que recorrían.

Consiguientemente, Terry la giró con lentitud para comenzar a limpiar las gotas de agua en el rostro de Candy.

Ésta lo aprovechó para admirar una vez más y de cerca la cara del castaño el cual tenía fija su mirada en cada parte que tocaba.

Cuando él percibió la mirada de su mujer, le guiñó un ojo haciéndola sonreír y sintiéndose afortunada de tener a su lado a un hombre no sólo buen mozo si no lo mejor: de buenos sentimientos.

Después, dejando caer la toalla, el castaño la tomó de la mano y salieron de ahí para ir hacia la recámara y consumir su amor una vez más como ya lo venían haciendo desde dos años atrás sin inhibiciones ni limitaciones.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora