Capítulo 123 parte E

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Ante la "huida" de Richard, Terry hablaba:

— No, padre. Esto lo arreglaremos hoy mismo.

— Pero, hijo...

— Luis.

— Dime, muchacho.

— ¿Me haría usted el favor de acompañar a la dama? Esta situación me es importante de aclararla y quiero hacerlo ya.

Terry hubo pedido en lo que se levantaba de donde estaba.

Luis esperó la indicación del español para hacer como su hermano le solicitaba.

En cuanto la recibió, el empleado caballerosamente pidió a la señora Granchester ir con él.

En eso, Mildred iba a protestar, pero su esposo le ordenaría:

— Me imagino que no viniste sola, así que, pídele al chofer que te lleve de regreso y yo me veré contigo más tarde

La mujer salió entre furiosa, avergonzada y derrotada; y en lo que Luis corría para darle alcance, en el despacho aquel se quedaba el resto en espera de que alguien dijera algo ya que...

Candy, después de haber saludado a la señora Baker, se quedó a su lado, y retorcía su bufanda sintiéndose en verdad apenada de la situación además de repetirse:

— No debí venir — una y otra vez y sin poder ver a los ojos a Terry quien la miraba con el ceño fruncido.

Pero en sí estaba mayormente enojado con Susana a la que cada vez que la veía, ésta le sonreía como si nada.

Hasta que finalmente...

— Pasa, Candy, siéntate — ofreció Cisco quien ya se acercaba a ella para llevarla a tomar asiento, donde gracias a que el despacho tenía un buen espacio, la condujo hasta otro sofá grande; ahí la sentó y él junto a ella quien decía por lo bajo:

— Lo siento, sé que hice mal al venir.

— No, y ya no te preocupes que yo te apoyaré.

Como muestra, el español le tomó la mano, se la besó delicadamente y le guiñó un ojo, consiguiendo que a Terry le molestara ese gesto de su hermano para con su pecosa; por ende, le dirigiría unas palabras precisamente a ella:

— ¿Qué haces aquí, Candy?

— Yo la invité—– aseveró el hermano sosteniendo la mirada iracunda del castaño que se sorprendió de la respuesta de Cisco.

Luego, éste se levantó de su lugar, se paró frente a Terry y lo jaló hacia donde las Marlowe, pero una de éstas...

— Yo también pregunto lo mismo que Terrence; ya que no me explico lo que esta señorita pueda hacer aquí —, la señora Marlowe miraba a Candy con recelo, — además, trataremos un asunto de familia muy importante y no le veo el caso de su presencia... así como tampoco la de este hombre — dijo de manera despectiva al observar a Cisco con desconfianza.

— ¡Ah! — expresó Terry; — es que necesitaremos de la presencia del Duque de Granchester, mi estimada señora.

— Claro, por supuesto — se le contestó con altanería; — pero insisto que la presencia de estos dos no es necesaria.

Al ver que Candy ya se había puesto de pie con intenciones de marcharse ante la petulancia de la señora Marlowe, Eleanor se le acercó, pidiéndole la actriz tener calma, mientras que el padre inglés:

— Hijo, insisto en que deberíamos dejar esto para otro momento.

— Duque de Granchester, hemos retrasado este asunto por demasiado tiempo; no puedo permitir que mi hija siga en esta situación, es urgente que su hijo Terrence se case con Susana lo más pronto posible porque yo ya no estoy dispuesta a seguir esperando. Se le ha dado el tiempo que pidió, y ya se venció; así que ahora y en este preciso momento exijo que se fije una fecha para el matrimonio de nuestros hijos, que se lleve a cabo y entre más pronto, mejor.

— Señora Marlowe, no creo que un matrimonio entre ellos sea lo más conveniente. Terry no ama a Susana y sólo se harían daño.

— Y usted, ¿cómo lo sabe? Además... ¿quién le ha pedido su opinión? El Duque me dio su palabra de que habría hoy un acuerdo entre nosotros ¡No puede negarse ahora! — reprochó la señora Marlowe volviendo sus ojos hacia el señor Granchester.

Pero mientras aquellos hablaban, Terry no decía nada porque al ver a Candy ahí y a Susana en su condición de inválida y para colmo juntas, lo hizo comprender muchas cosas; así que dejando su arrogancia a lado, se acercó hasta la rubia de ojos azules que estaba cabizbaja y a punto del llanto.

El actor con suma delicadeza la tomó del rostro, lo levantó para que le viera a los ojos; y al ver a éstos llenos de lágrimas, su corazón se encogió y volvió con más fuerza: el remordimiento, repicándole que a ella le debía mucho al salvar su vida así que tenía que compensarla.

Seguidamente y lleno de tristeza, movió la cabeza aceptando su obligación, soltó el rostro de la ex actriz y giró su cuerpo para ver en dirección a Candy quien lo miraba con resignación y a la vez comprensión... y que para darle ánimos: le sonreía como siempre.

Terry, sin expresión en el rostro, al notar la sonrisa de su pecosa, suspiró profundamente y volvió su mirada hacia su madre que decía NO con la cabeza y un ¡no lo hagas! cubriéndose la boca con sus manos.... después miró a su hermano.

Éste con un singular guiño de ojos le alentó; entonces, el castaño aclaró un poco su garganta para decir:

— Lo siento... de verdad... lo siento — repitió con la cabeza baja y en señal de derrota.

— Bien, creo que Terrence lo ha entendido y no se diga más. Me gustaría que nos quedáramos a solas para ajustar los detalles de la boda. ¿Qué les parece si para fin de año celebramos el matrimonio?

Eso hubo dicho la señora Marlowe con aire triunfador y alegre; más nadie dijo nada porque ¿acaso nadie la escuchó? No, porque las miradas de Terry y Candy se mantenían fijas porque se despedían nuevamente.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora