Capítulo 122 parte C

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El joven Leagan no dio respuesta rápida; y es que se quedó analizando que por ningún lado tenía escapatoria, ya que de todos el modos el tío ejecutaría su autoridad sobre él. Y en lo que Neil se encontraba en un mar de confusiones, Albert decidió.

— Bueno, mientras lo piensas: te quedarás aquí hasta que yo dé la orden de lo que se hará. George te mantendrá vigilado. ¡Ah! y no pretendas huir porque será peor para ti

Williams sentenció conforme se levantaba de su asiento; luego, caminó hacia la salida de la biblioteca, y cuando estaba tomando la perilla de la puerta, su sobrino le daba una respuesta...

— Está bien.

Neil suspiró profundo y Albert se giró para mirarle y saber de su decisión que fue:

— Haré lo que tú me pides.

El rubio al escuchar la respuesta "razonable" de Neil, sonrió con triunfo y desde su lugar decía:

— Elegiste bien, y te aseguro que será hasta por tu propio bien.

Con la sugerencia, Neil se alzó de hombros en señal de resignación; sin embargo, Albert no sólo tenía un problema menos, sino un fuerte dolor de cabeza, porque mientras aceptaba ayudar a su sobrino, también pensaba en lo que diría para convencer al español.

Al llegar al hall de la casa, el rubio llamó a George para indicarle mantener vigilado a Neil y le comunicara todo lo que hiciera; seguidamente, abandonó la Mansión para dirigirse al hotel y allá relajarse un poco, aunque... lo dudaba mucho.

Pero no fue así, porque en cuanto llegó al pent-house, lo notó totalmente silencioso. Entonces, el rubio se dedicó a llamar a los chicos.

Éstos nunca contestaron ni tampoco los encontró en sus aposentos; por lo tanto, aprovechó el momento a solas para darse una ducha con agua caliente y relajar sus músculos que los sentía verdaderamente muy tensos.

Al estar en la bañera, abrió la llave y en cuanto se llenaba la tina, comenzó a deshacerse de sus ropas. Quitó chamarra y camisa, luego sus zapatos; y así en camiseta y pantalón se acercó hasta el espejo que comenzaba a empañarse por el vapor, más limpió el cristal con su puño para ver su reflejo.

Al observar que su rostro estaba sumamente estresado, Albert se talló la cara y pasó sus manos por su cabello. Y ahí parado desabrochó su pantalón y sacó su camiseta. Recargó sus puños sobre el tocador y agachó la cabeza para quedarse muy pensativo; varios segundos después, se terminó de quitar sus prendas de vestir y cerró la llave para después meterse en el agua y zambullirse por unos minutos. Pasado un tiempo salió; y apoyando su cabeza sobre la orilla de la tina, cerró los ojos y el sueño le venció.

Por otra parte...

Luis estaba terminando de curar la herida en la espalda de Terry cuando se escucharon unos llamados a la puerta.

Cisco quien estaba saliendo de detrás de la barra con una bebida en la mano, se dirigió allá y atendió, encontrándose de nueva cuenta con Archie, Annie, Candy y... ¡¿Eliza?!... ¿qué hacía con ellos?... En fin, el español les dio el acceso y Archie diría:

— Hola de nuevo, tú disculparás la molestia pero... ¿Terry está durmiendo?

— No; no lo creo — el visitado respondió y los invitó a ir a sala; — pero pasen, Luis está con él en la recámara —; y saludaría al resto del grupo: — Hola, chicas.

— Hola — contestaron las jóvenes en lo que el moreno cerraba la puerta.

— Tú debes saber como son las mujeres de insistentes.

Hubía dicho otra vez Archie con un gesto divertido haciendo que el español sonriera mientras que Candy lo recriminaba:

— ¡Archie! Sólo quisimos saber cómo seguía Terry después de lo que nos contaste.

— Lo siento, pero por más que intenté, no pude quitármelas de encima — expresó apenado y mirando a Cisco el cual decía:

— Está bien, no te preocupes. Les agradezco su visita.

— ¿Podemos... pasar a verlo? — preguntó la rubia un poco cohibida.

— Esperemos a que salga Luis — el hermano recomendó, indicándoles: — Tomen asiento, por favor —, además: — ¿Les ofrezco algo de tomar?

Algunos "No" y otros "Sí" se escucharon al mismo tiempo entre ellos Archie quien aceptaba:

— Yo sí deseo tomar algo fuerte. ¡No se me pasa todavía la impresión!

Abanicándose con la mano, Cornwell caminó hacia la barra del pequeño bar, siguiendo a Cisco que rió ante la expresión de su visitante y con el cual se disculpaba nuevamente:

— Lo siento. Aunque veo que ya te curaron la nariz.

— Sí. Ya sabes mi prima, la enfermera — el visitante respondió tocándose el parche y volteando a ver a Candy.

— Qué bien — expresó Cisco. — Sólo espero que no te quede deformada... ¡porque no iría nada bien con tu personalidad!

— ¡Ni siquiera lo menciones! — el espanto se había apoderado del guapo elegante.

Por su parte, Cisco el cual ya le estaba conociendo, aunado a lo que Terry le contaba acerca de él, se carcajeó ante los gestos preocupados de Archie al que tuvieron que decirle:

— ¡Por supuesto, porque fue una simple broma!... — y dejando precisamente los juegos, se les preguntó a las chicas lo que deseaban de beber.

Y en lo que Cisco preparaba las bebidas, Luis salió sosteniendo en las manos: una bandeja.

El empleado saludó cordialmente a los presentes y el español le preguntó ¿qué hacía Terry? contestándosele que el actor estaba despierto y sólo le llevaría una bata para su comodidad.

Al poco rato, el castaño apareció saludando a todos; y en lo que se acomodaban en la sala, las jovencitas comenzaron a cuestionar a Terry sobre su salud; lo que Cisco aprovechó para preguntar por Albert siendo la respuesta de Archie:

— Todavía no llegaba cuando salimos. Probablemente, siga en la Mansión. 

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora