AMOR PERDIDO

Capítulo 128: EPÍLOGO parte B

—Continúa Flash Back—

A tempranas horas del día, Albert ya estaba de pie y listo para marcharse a la oficina.

Él estaba ya en el recibidor cuando la Tía Elroy lo llamó.

— ¿Podemos hablar unos minutos?

El rubio asintió y siguió a la dama.

Se sentaron en la sala del gran salón y allá...

— ¿Y bien?

— ¿Qué has pensado en el asunto de Neil?

— ¿Qué quieres que piense? ¿No ya tú lo solucionaste?

— William, por favor. No quiero discutir contigo, sino que encontremos un medio para ayudarlo.

— Está bien, tía, pero no te garantizo nada. ¿Algo más que se te ofrezca?

— Con respecto a... renunciar...

— No te preocupes por eso, pero dejaré asentado que a partir de hoy, haré lo que yo desee y me casaré con quien yo quiera. Y la que elija la respetarás y no pondrás ningún pretexto, ¿de acuerdo?

A la dama no muy bien le pareció, pero...

— Está bien.

— Bueno, entonces, ahora sí me retiro — él se levantó y dio dos pasos; empero, se regresó como olvidándose de algo: besó la frente de la señora y después se marchó.

En el transcurso del camino mientras era conducido y acompañado de George...

— ¿Tendremos la dirección del Rancho de Francisco? — Albert cuestionó a su asistente.

— Claro que sí.

— Bien. Organiza en la agenda una visita a Indiana si es posible mañana.

Pero no hubo necesidad de viajar, porque Cisco se presentó por la tarde y de inmediato lo anunciaron.

El español explicó al rubio los últimos acontecimientos.

Albert quiso saber dónde estaba Neil porque seguro estaba que los padres de éste, demandarían por su libertad.

Francisco no se amedrentó y le enseñó el documento firmado por el joven.

Albert lo pasó a George y analizaron las firmas que lo hacían legítimo.

El moreno también le había dicho que por él no tendría objeción si se levantaba una demanda.

Pero precisamente eso era lo que Albert estaba evitando, un escándalo donde la familia se viera afectada. Entonces, acordó hablar del caso con los padres Leagan para llegar a un buen arreglo.