Una Idea Desviación que parte del Capítulo 112 del Anime Candy Candy

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AMOR PERDIDO

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AMOR PERDIDO

LA PRIMERA HISTORIA ESCRITA POR

LADY GRAHAM

. . .

CHICAGO

—Primavera 1916—

Un auto negro con tres ocupantes seguía a cierta distancia a un joven.

Éste, —a pesar de su derrotado semblante—, no perdía en su andar: su porte arrogante y aristocrático.

Esos gestos precisamente divisaban aquellos tres seres, diciendo uno de ellos:

— ¿Es ese, jefe?

— Sí; se describe tal cual nos informaron.

Afirmado el dato, el vehículo se detuvo una cuadra antes de llegar a la entrada principal de la estación de trenes.

Ahí, dos de sus ocupantes vestidos de negro, bajaron rápidamente para atrapar a su presa; sin embargo, los desconocidos ya estaban a unos cuantos metros de darle alcance, cuando el castaño ingresó al lugar ¡justo! en el momento en que las campanadas del gigantesco reloj de la central sonaron marcando las 3 de la tarde.

Por consiguiente, en lo que aquellos dos individuos fingían pasarse de largo, Terry alcanzaba la taquilla para solicitar:

— Un boleto a Nueva York, por favor.

Sin mirarle a la cara, la empleada comenzó a decir:

— Tenemos dos salidas; la primera: para dentro de una hora haciendo parada en Ohio; o la del expreso que está programado a salir a las 7 de la noche. ¿Cuál le reservo?

Con la cuestión, la trabajadora finalmente posaba los ojos en él, quien por supuesto, iba a ser reconocido.

Hecho así, una coqueta sonrisa apareció en un rostro. En cambio, la impaciencia y la arrogancia del castaño no estaban del mejor humor, así que, urgiría:

— ¡El que sea da lo mismo!

Terry entregó el dinero. La taquillera, por su parte, con emoción, se aventuraba a preguntar:

— ¡Usted es Terry Granchester, el actor de Broadway, ¿verdad?!

— No. No lo soy — respondió quien sí era con sequedad y arrebatando toscamente el boleto.

Sin esperar cambio alguno, el castaño se alejó rápidamente de ahí, dejando atrás a una joven sumamente decepcionada que lo vio tomar dirección hacia las plataformas.

Al llegar allá, el actor mostró su pase de abordar; y el guardia en turno le dio el acceso sin problema alguno.

Ya estando del otro lado, Terry caminó sobre el largo andén de su salida correspondiente, distinguiéndose al fondo del pasillo: una banca solitaria, donde, al arribar a ella, se hizo a un lado el pedazo de periódico que la ocupaba para él tomar su lugar.

Dando un último vistazo y viendo a nadie a su alrededor, el joven echó la cabeza hacia atrás para apoyarla sobre la pared, fijando de inmediato su mirada en el techo metálico y a la vez dejando escapar un largo suspiro.

Con posterioridad y con lentitud él fue cerrando los ojos; y el silencio que lo rodeaba, lo ayudó a relajarse, venciéndolo al final un sueño muy pesado; no obstante, no habían pasado ni diez minutos cuando unas palmaditas suaves en su brazo izquierdo hicieron que Terry abriera abruptamente los párpados, no enfocando, en el momento, muy bien al osado aquél que lo molestaba, sino hasta después de haber masajeado sus ojos y preguntarle:

— ¿Qué se te ofrece, amigo?

Como respuesta, el castaño recibió un fuerte golpe en la cabeza con la cacha de una pistola que lo hizo caer noqueado por segunda vez, ya que la primera hubo sido por Albert.

— ¿No se te pasó la mano?

Eso lo quiso saber un hombre de color conforme movía el cuerpo inconsciente que había caído sobre la banca.

— No; sólo dormirá un buen rato

La observación hecha provino de un hombre de tez albina y acento extranjero.

— Te ayudaré a bajarlo por aquí; y en lo que te vas con él, yo me regreso por donde entramos para ir a avisarle al jefe y esperarte afuera.

Y diciendo, haciendo; y es que el hombre de color saltó hacia los rieles, mientras que el fortachón cargaba el cuerpo de Terry para pasarse y caer en los hombros del compañero malhechor.

Consiguientemente de verlos perderse entre las oscuras vías, el albino abandonó el lugar. 

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