Capítulo 123 parte B

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El licenciado puso en alto la lectura por unos momentos habiendo dejado los papeles sobre el escritorio para: quitarse las gafas y limpiarse los ojos con toda la calma del mundo.

Los ahí presentes esperaron con un poco de impaciencia a que las volviera a colocar y prosiguiera.

En eso, Terry comenzó a caminar de un lado a otro, y el abogado viendo la desesperación del más joven, comentaba con sarcasmo:

— Veo que el joven está verdaderamente impaciente por conocer el contenido de este documento.

El rebelde al escuchar el comentario burlón del funcionario, le sonrió del mismo modo para seguir prestando atención:

— Ahora, leeré la carta que dejó el finado para conocimiento de todos los aquí reunidos — se aclaró nuevamente la garganta para continuar con la siguiente lectura:

Hoy, 24 de Abril de 1905, yo Graham, Duque de Granchester en pleno uso de mis sanas facultades mentales, es mi voluntad declarar, de la siguiente manera, a los herederos principales de mi fortuna, así también como títulos de propiedad y nobiliarios.

Pero antes de hacerles saber mi decisión, quiero que el abogado que lee esta carta tenga corroborado que mi nieto Terrence Graham tenga la mayoría de edad o en su caso, mi nieto mayor, José Francisco esté presente.

Richard, tú más que nadie conoce los términos de este documento; estuve en desacuerdo contigo en el momento aquel en que renunciaste a mi nieto y ese fue un acto que nunca pude perdonar porque a un hijo nunca se le abandona cualquiera que fueren los motivos. Yo sé que no fue nada fácil para ti el haber perdido a tu esposa María Dolores, pero tu hijo te necesitaba a ti, más no dudo que el Capitán Ximénez haya hecho de él un hombre de bien y cabal, pero insisto, ¡era tu hijo, era tu obligación!

Por eso, te obligué a tomar a Terrence contigo, aún en contra de tu voluntad y de la propia madre, pero no iba a permitir que pasara nuevamente, que otro de mis nietos viviera sin conocer sus orígenes y fuera de los vínculos sociales en los que estamos rodeados, además de que la familia necesitaba un heredero.

Terrence, ahora es a ti a quien pido perdón, hijo, por haber hecho eso; pero ruego al cielo que tu padre te haya dado el cariño que no pudo darle a tu hermano mayor y sé que no le faltó al lado de su abuelo materno.

Por momentos, Terry volvió su mirada hacia su padre.

Éste mantenía la cabeza gacha; le sonrió irónicamente y volvió a poner su oído a lo siguiente:

Toda mi fortuna tanto monetaria como propietaria pasará a manos del Duque de Granchester, y éste será albacea y tutor de Terrence hasta que él haya cumplido la edad de 21 años, edad en la cual, se le entregará un porcentaje de esa herencia.

— ¡NO!

Por supuesto, gritó el castaño sorprendiendo a los presentes.

— ¡Si esa será la condición, le aseguro, abogado, que yo no quiero nada! — rechazó la oferta, y con desesperación se llevó las manos a la cabeza y comenzó a caminar sobre el pasillo.

Cisco, al ver su reacción, le pedía:

— Terry, tranquilo.

En cambio, el afectado...

— ¡¿Es que no te das cuenta?! ¡Estoy perdido! — espetó deteniéndose a lado de su madre la cual ya le tomaba una mano y le acariciaba con comprensión.

— Joven Granchester, ¿me permite seguir leyendo? — preguntó el abogado.

Al no obtener respuesta, continuaba:

Hijo Richard, como tú y yo sabemos, ¡el título NUNCA te perteneció! lo que indica que no lo usurparás más y lo devolverás a su verdadero dueño, quedando automáticamente su nombre registrado oficialmente como tal.

Sin embargo...

— ¡¿Padre, de qué está hablando este hombre?! — volvió a interrumpir el actor que ya miraba a su progenitor y se soltaba del agarre de su madre, sin comprender lo que escuchaba y más intrigado que antes.

— Joven Terrence, ¡permítame por favor! — solicitó una vez más el abogado notándose que la paciencia se le agotaba por la insolencia del muchacho.

Luego de pasados unos instantes...

Si esta lectura se está llevando a cabo es porque... o Terrence ha cumplido la mayoría de edad y el título y propiedades pasarán a sus manos... o de lo contrario... es porque entre los presentes está el verdadero Duque: José Francisco Granchester Ximénez de Alcubierre; tal y como la corte real lo tiene estipulado, siendo él mi heredero universal hasta que Terrence cumpla la mayoría de edad y se le entregue el 35% de todos los bienes, quedándose con el 50% y el 15% restante para mi hijo Richard, si esa fuera la voluntad del Duque.

En cuanto el abogado terminó de decir esas palabras, un silencio absoluto reinó en el lugar.

Terry, estando a lado de su padre, lo miraba tratando de digerir lo dicho en esa carta.

Consiguientemente, comenzó a girar su cabeza lentamente hacia Cisco el cual tenía su mirada en el licenciado ese y estaba igual de sorprendido o más que Terry.

De repente, los dos hermanos encontraron sus miradas y sin poder articular palabra, el español se levantó de su lugar y fue hacia el abogado que de las manos, se le arrebató la carta que acababa de leerles para comenzar su propia redacción.

Incrédulo, Cisco volvió sus ojos hacia al que diera lectura para preguntarle:

— ¿Está usted seguro que esta carta es legítimamente del abuelo de Granchester?

— Sí, hijo — respondió Luis que aumentaba información: — De hecho, también está la herencia de tu abuelo José Antonio y un título extra que tu madrina la Reina María Cristina dejó para ti.

— ¡¿Estás bromeando, verdad?! — dijo el español usando la misma incredulidad.

Luis sólo negó con la cabeza porque...

— Aquí están todos los documentos que lo indican como tal. Puede llevárselos y leerlos con calma. He hecho dos copias para que su hermano también esté enterado —, el encargado extendió los papeles a los dos jóvenes.

Sin embargo, y antes de que Terry los recibiera, pedía:

— Un momento, porque no entiendo —, había dicho realmente perturbado, — verdaderamente no entiendo —, y sin quitar la mirada de su padre, a éste se dirigía: — Padre, ¿quiere decir que tu...?

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora