Capítulo 124 parte F

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Mientras Cisco enderezaba su espalda y apoyaba sus codos sobre rodillas, no desapartaba la vista de rubio.

— Lo sé, Cisco, no necesitas recordármelo — contestó Albert con un poco de agresión ante las palabras amenazadoras del moreno; y comprendiendo que ese no era su carácter, moderó su tono y se disculparía: — Lo siento; pero es que si te pregunto esto nuevamente, es porque sé que está en mis manos la salvación de Neil. He pensado mucho en las reacciones que tendrá mi familia y principalmente la Familia Leagan; mi abuela, estoy seguro, será la más afectada con esta situación, tú sabes, los protocolos, la sociedad, y sencillamente no encuentro modo para ayudar a Neil.

— Lo entiendo, Albert, pero también tú compréndeme, en ese entonces yo no sabía que se trataba de mi hermano y aún así me propuse ayudarle. Yo sé que todos ustedes son una familia poderosa por todos los medios y que si yo peleo con lo poco que tengo, perdería fácilmente contra ti — confesó Cisco. — También, sé que ante la sociedad no soy más que un sencillo inmigrante español y que no estoy reconocido oficialmente como hijo de Granchester teniendo tú ahí, nuevamente, una gran ventaja contra mí, pero da la casualidad, de que ayer, ante la sorpresa de muchos y la mía propia, fui nombrado el verdadero Duque de Granchester y con ello heredero de una gran fortuna, sin contar con la que mi abuelo materno me dejó, claro está que, no se compara con la de los Granchester — aclaró el moreno ante la mirada llena de sorpresa del magnate rubio. — Si es tu decisión y posición de defender a tu sobrino... es válido y estás en todo tu derecho y te lo respeto, es tu familia pero es el mismo derecho por el cual yo estoy defendiendo la posición del mío. Así que, todo está en nuestras manos, Albert. ¿Lo entregamos a las autoridades o me lo entregas a mí?

— Pero tú, ¿para que lo quieres? ¿Para hacerle daño? — preguntó el rubio con recriminadores ojos y Cisco rió.

— Vamos, Albert, ¿tú crees que si esas fueran mis intenciones estaría yo aquí discutiéndolo contigo? No, amigo, no creas que es sencillo para mí. Yo también estuve pensando, porque sé de la gran amistad entre tú y mi hermano que estoy seguro no tiene intenciones de demandar, por su carrera que apenas está retomando y por lo mismo no querrá más escándalos; sería muy perjudicial para él, ya bastante tuvo con el estar desaparecido por tanto tiempo para que los periódicos hablasen de ello cuánto les vino en gana. Y aunque no lo creas también estoy pensando en ti y en el bienestar de tu familia, me agradas Albert, y también el chico Archie, así que lo que te propongo es que... me entregues a Neil y los años que pasaría en la cárcel por el intento de homicidio, sin mencionar el secuestro... me los pague a mí.

— ¡¿Cómo?! — preguntó el rubio interesado en la propuesta.

— Estudiando y trabajando — sugirió el español.

— ¿Neil? Preferirá la cárcel — aseguró el rubio conociendo a su sobrino.

— Entonces, eso dependerá de él — contestó el moreno.

— ¿Por qué te interesa hacer esto? ¿En qué te beneficia? — fueron las interrogantes de Albert; y estas las respuestas de Cisco...

— Tu sobrino necesita mano fuerte y estricta vigilancia. Si ahora de chico, ya conjuga los verbos vengar y matar, ¿qué será de él cuando esté más grande? Se escuda en tu apellido, Albert, para hacer cosas no gratas y piensa que porque tiene renombre es intocable. Lo que yo propongo es que trabaje para mí. Estudiará la carrera que yo le diga y se desarrollará profesionalmente. Yo le perdono su agresión contra mi hermano pero a cambio él viene a trabajar conmigo; y haremos de él un hombre de bien, te lo aseguro.

Albert frunció el ceño ante la propuesta un poco descabellada de aquel hombre, pero que siendo razonable, era lo mejor para su sobrino y así evitar que la familia se viera envuelta en un escándalo. Por ende, se levantó de su lugar para comenzar a caminar por el estrecho espacio de la sala en un ir y venir.

Desde su lugar, Cisco le observaba con rostro sereno en espera de una respuesta hasta que finalmente Albert, se detuvo en frente del español. Éste sin levantarse de su lugar, confrontó la mirada un poco molesta del rubio, pero luego Albert suspiró y movió su cabeza aceptando la propuesta del español.

— De acuerdo. Enseguida hago llamar a Neil para que sepa la decisión y ya después yo hablaré con la familia al respecto.

— Me parece muy bien, Albert.

— No lo sé, Cisco. Todavía lo dudo un poco.

— Albert, yo fui criado bajo normas muy estrictas, mi abuelo me quería, eso nunca lo dudé, pero cuando era en cuestión de educarme y enseñarme fue muy duro conmigo. Si lo logró o no, otros decidirán, pero no me considero una mala persona, al contrario me preocupo por mis semejantes y lo único que deseo es ayudarte con tu sobrino, sé que no ha sido fácil para ti, ver perder a tu familia poco a poco. Por eso déjame ayudarte con Neil. Y te garantizo que corregirá su camino; te doy mi palabra.

— Eso espero. De todos modos, gracias — dijo Albert relajando su rostro y palmeando el hombro del español. — Déjame le hablo a Neil. Será difícil, te lo aseguro.

— Yo tampoco se la pondré fácil, Albert — aseveró Cisco mientras observaba a Albert abandonar la biblioteca y volvía tomar su lugar pero en eso:

— ¡¿Que has dicho?!

— El joven Neil no está en la mansión — fue la aseveración de George.

— ¡Demonios! — espetó Albert furioso.

Mientras tanto no muy lejos de ahí, Neil no tenía mucho que había abandonado la mansión y conforme conducía, se burlaba.

Había decidido regresar a Chicago y pedir la ayuda la de la abuela Elroy así que mientras éste se alejaba...

En la mansión Andrew, con una cara llena de vergüenza, Albert regresó a la biblioteca y le informó al español de la desaparición de su sobrino, más aquel, mostró calma y se despidieron; pero en cuanto Cisco salió, se decía a sí mismo:

— Bien hecho, Neil. Sabía que harías esto; y debo agradecerte la oportunidad que me has dado para cazarte como el vil ratón que eres.

El moreno sonrió de lado, un brillo apareció en sus ojos y caminó en dirección a Park Avenue para visitar a su padre el cual estaba en el Hotel Astoria, pero antes de... pasó a las oficinas de telégrafos y mandó un mensaje a Juan quien ya había partido a Indiana.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora