Capítulo 125 parte E

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Las festividades se acercaban. La enorme ciudad se comenzaba a pintar de hermosas luces y adornos de temporada. El frío comenzaba a sentirse más y ya los árboles habían perdido su follaje en casi su totalidad.

Terry y Candy regresaban de su paseo después de celebrar con el capitán Ricco; y en lo que él estacionaba su auto, una figura alta y de sonrisa amable, que también estaba llegando, se detuvo sobre la puerta giratoria para esperar al par de jóvenes aquellos, que se les notaba la felicidad a flor de piel.

— ¡Albert!

— Hola, pequeña. ¿Te has divertido?

— Uff, muchísimo. ¿Cómo te fue hoy?

— Muy bien, Candy. Hola, Terry.

— Albert — nombró el castaño entregando las llaves de auto y acercándose al magnate para darse un fuerte abrazo.

— Vamos adentro, pequeña, debemos platicar.

— Sí — contestó Candy volteando a ver a Terry quien se encogía de hombros ante el misterio del guapo rubio y lo seguían mientras caminaban rumbo al ascensor.

— ¿Qué pasa, Albert? Te noto muy serio — preguntó el actor en cuanto la puerta del elevador se cerró.

— No pasa nada grave, sólo que... debo regresar a Chicago de inmediato.

— ¿Por qué? — cuestionó de nueva cuenta Terry con desconcierto.

— Neil escapó.

— ¡Demonios! ¿Ya lo sabe Cisco?

— Sí, por supuesto. Y sé que huyó a Chicago. Así que, debo darle alcance antes de...

Albert se calló mirando a Terry seriamente porque supo que hablaba de su hermano y no sabía cual sería la reacción de su amigo, lo bueno que llegaron al piso indicado; el rubio salió acompañado de la joven pareja y conforme caminaban en dirección a la habitación, Albert al ver que se atrasaban un poco, únicamente diría:

— No tardes, Candy

... haciendo con ello que los jóvenes rebeldes se sonrojaran un poco.

Consiguientemente, aguardaron mudos hasta que el magnate ingresó a la habitación; y mudos seguían hasta que...

— Espero te haya gustado el paseo — dijo Terry titubeante y nervioso.

— Mucho. Gracias —. Candy lo miró a los ojos notándose igual de nerviosa.

— Nos veremos mañana, ¿verdad? — él preguntó y ella aceptó con la cabeza que la agachó para mirar algo imaginario en su falda.

— Bueno —, Terry le tomó tontamente la mano y se la besó. — Hasta luego.

— Adiós — respondió la rubia un poco desilusionada ya que miraba su mano que ya había sido liberada y luego a Terry quien ya estaba dándose la vuelta para marcharse, pero cuando lo vio devolverse sobre su eje y mirarla, el corazón de la chica tembló.

Un paso los separaba, y el actor lo recorrió para quedar de frente a la rubia. Tomó el rostro de ella con sus dos manos y puso primero sus labios en la frente de la rubia. Seguido y mirándole a los ojos, le confesaba:

— Te amo, Candy, y lo empecé a hacer desde el primer día que te vi.

Minuto más tarde, buscó la boca temblorosa de la chica.

Con sumo cuidado, Terry rozó ligeramente los labios de Candy en un suave toque para conocer la reacción de ella.

Al sentir que no había rechazo por su parte más al contrario entreabrió los labios y puso sus manos en sus codos, él volvió a posar su boca sobre la de la rubia y se entregaron en un beso que al principio fue suave y tierno pero conforme los segundos corrían iba subiendo de intensidad.

No obstante, Terry se detuvo porque lo que menos quería era espantarla cuando aquella apenas se acostumbraba a sus muestras de cariño, así que, lentamente se fue separando de ella, tomó sus manos, besó las palmas despidiéndose:

— Hasta mañana.

Y ahora sí, la chica lo vio partir. Y mientras Terry subía al elevador, Candy ingresó a la habitación para ir en busca de Albert quien ya estaba platicando en el despacho con Archie y ya le había comentado que partirían en menos de dos días.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora