Capítulo 121 parte A

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Eliza no tardó mucho en llegar al pent-house; y en cuanto arribó a la puerta, la tocó insistentemente.

Una vez abierto el acceso, la joven entró como un torbellino al área sin haberle importado quien la atendiera hasta que...

— ¡ELIZA! ¡Al parecer nunca aprenderás!

Hubo gritado Archie que ya se sobaba una parte de la cara agredida.

— ¡¿Dónde está el tío William, Archie?!

La joven preguntó de inmediato sin saludar ni atender la condición en que puso a su primo el cual molesto contestaba:

— ¡¿Y para qué quieres saber?!

Cornwell, con su fino pañuelo, limpiaba la sangre que ya salía de su lastimada nariz.

— ¡Eso no te importa! — hubo sido la respuesta altanera de Eliza en lo que seguía recorriendo la sala del lugar.

Frustrada en su búsqueda, la joven Leagan exigía:

— ¡Háblale! ¡Necesito verlo!

No fue necesario obedecer el mandato, porque la puerta de una de las recámaras era abierta por el mismo Albert.

Éste al oír el grito de Archie, se alertó y decidió salir a ver qué pasaba.

— ¿Qué significa esto, Eliza? ¿por qué los modos? — el rubio la recriminó.

Posteriormente, en lo que miraba al pobre de Cornwell escuchaba:

— ¡Tío William! — lloriqueó aquella; y al estar corriendo a su lado decía: — Necesito hablar contigo. ¡Es muy importante!

— Y tan importante es... ¿qué te olvidas de tu educación?

Albert volvió a reprenderla. La joven intentó disculparse:

— Lo siento, pero es que de verdad es serio. ¡Se trata de Neil!

— ¡JÁ!, ¿y a eso le llamas importante?

Archie se había mofado caminando hacia el bar para tomar un pedazo de hielo y colocarlo sobre su nariz.

Eliza lo volteó a ver con rabia; no obstante, optó por ignorar su comentario sarcástico y devolvió su rostro hacia el joven magnate para solicitarle:

— ¿Podemos hablar en privado, tío?

Antes de dar una contestación, Albert buscó la mirada de su sobrino, el cual ya estaba recargado en el bar y le preguntaban:

— ¿Estás bien, Archie?

Él movió la cabeza indicándole un sí y con su mano libre le hizo señas de que la atendiera.

Con la "orden", el guapo rubio condujo a su sobrina hacia el despacho.

Al estar allá, le pidió tomara asiento y le explicara la razón de su sorpresiva y agresiva visita.

En lo que la joven Legan comenzaba su relato, cargadas de paquetes, Candy y Annie hacían su entrada al pent-house.

Archie, habiendo atendido nuevamente el llamado, se alejó lo más posible de la puerta, no notando las chicas la extraña actitud del elegante joven.

Sin embargo, la primera en desocuparse había sido la novia y que al ver a su novio con el pañuelo manchado de rojo, gritó asustada y corrió hacia él preguntándole alarmada:

— ¡Archie, ¿qué te ha pasado?!

— Me pegué con la puerta — fue la respuesta en lo que caminaba hacia el sofá de la sala.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora