Capítulo 123 parte D

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Con lo dicho por Terry, Mildred trató de localizar a Richard para pedirle explicación, empero, la voz de su hijastro se lo impidió porque no dejaría de atacarla:

— ¡Ah! que no lo sabe, ¿verdad?

El castaño en verdad estaba disfrutando de los gestos de sorpresa de la mujer; así que, lo aprovechó al máximo.

— Bueno, mi "muy amada madrastra"... este señor que por mucho tiempo fue su esposo... ¡NO! es el duque o sea que si es un poco inteligente comprenderá que usted tampoco es duquesa —, y se carcajeó en su cara.

— ¡¿Qué idioteces dices?!

Terry se paró en frente de ella; y poniendo su rostro muy de cerca, le restregaría con gran gozo:

— ¡Que usted no es la Duquesa de Granchester... ¡que nunca lo fue; sino más bien ha sido una VULGAR IMPOSTORA!

Como respuesta de la frustrada mujer, ésta estampó su mano en el rostro de Terry, el cual se enfureció mayúsculamente y sintió deseos de no medir el golpe de regreso.

Antes de que el castaño hiciera algo, Cisco lo detuvo pidiendo:

— Padre, creo que hemos recibido suficientes insultos de esta dama que será mejor que se retire... o de lo contrario seré yo quien la ponga en la calle — advirtió el español volviendo sus ojos de su padre a la odiosa mujer que gritaba:

— ¡Ni tú ni ningún otro me pondrá una mano encima! ¡Y no me iré de aquí sin antes de decirle a esta... indecente, lo que se merece!.

Mildred, con aires de superioridad, miró de arriba abajo a Eleanor conforme se sentaba en el sofá que anteriormente ocupara Cisco. Éste a la necedad no invitada, diría:

— ¡He dicho que ha sido suficiente señora, y no haga que me porte como un patán! Así que, le suplico salga de aquí por su propia voluntad.

— ¡Bueno, ¿y tú quién eres para darme órdenes a mí y tratarme de ese modo?! ¡¿Se te olvida que estás tratando con la Duquesa de Granchester?!

Por supuesto con eso, la mujer, a un Terry burlón le dio otra oportunidad para rematarla:

— Señora, ¿es que acaso tiene problemas auditivos? ¿Qué parte de lo que le dije no escuchó o no entendió? Pero bueno, yo con gusto se lo recuerdo.

— Terry, es suficiente — Cisco quiso calmarlo, pero...

— ¡NO, NO ES SUFICIENTE! — gritó furioso contra su hermano. — ¡Toda mi vida sufrí los maltratos y humillaciones por parte de esta mujer creída siendo lo que verdaderamente no es! ¡Me pisoteó hasta que se cansó, logrando en cada momento que mi padre se olvidara de mí encerrándome en cuanto colegio fuera posible y todo para que no molestara a la "señora" con mi presencia! ¡Tampoco olvido sus recriminaciones con insultos y mofas cada vez que podía referente a mi procedencia! ¡No, Cisco, no es suficiente lo que esta... cara de cerdo se merece! – dijo apretando cada vez más los dientes por el rencor contenido.

— No cabe duda que sigues siendo el insolente de siempre; pero ya que quieres hablar Terrence, dilo de una buena vez — lo provocó aquella al ver con el odio en que eran mencionadas cada una de las palabras del actor.

Ésta vez sería Eleanor la que interviniera:

— Hijo, ya, cálmate, no tiene...

— ¡Madre, por favor! ¡¿quién de ustedes sabe del infierno que viví al lado de esta arpía que mi padre tiene por esposa?!

Silencio y muy largo.

— ¿Ninguno? ¿Nadie lo sabe ni nadie dice nada? ¡Entonces, no me pidas ahora que me detenga cuando por años, tengo aquí —, señalándose el pecho, — un profundo resentimiento hacia ella; porque según ¡yo no era un Granchester, pero sí un bastardo, o ¿no es verdad, señora?! Bueno, entonces a vista de que nadie me lo impide con gusto le informo que... éste, que está aquí parado junto a mí... es el verdadero Duque de Granchester. ¡Ah!... y además... también es hijo mayor de mi padre — finalizó poniendo lentamente en su rostro una sonrisa para burlarse de la distorsionada madrastra la cual levantándose de su asiento, espetaría:

— ¡Estás mintiendo!

— ¡¿Por qué habría de hacerlo?! Precisamente el abogado aquí presente nos estaba leyendo la voluntad del último Duque de Granchester, y verá una cosa extraña... ninguno de sus hijos aparecen ahí. ¡Qué raro! ¿por qué será? — dijo Terry llevándose una mano a su barbilla con gran burla.

— ¿Es eso cierto?

La mujer, ya empezando a respirar rápidamente, preguntó al abogado.

Él seguía ahí y sólo miraba con nerviosismo el espectáculo.

— Es verdad, señora.

— No, no puede ser — se decía confundida, volviendo a tomar su asiento para abanicarse rápidamente, mientras que Terry la miraba con triunfo agradeciéndole interiormente esa gran oportunidad a su abuelo Graham y más cuando tontamente, Mildred preguntara: — ¿Qué es todo esto, Richard?

El mencionado ya estando cerca de la puerta le respondía:

— Esto te lo diré más tarde y en otro lugar porque aquí ya has ocasionado bastantes problemas. Así que ven conmigo.

Y no hubo necesidad de que el señor Granchester levantara su voz para que la mujer aquella se acercara a él.

Sin embargo, Richard estaba abriendo la puerta cuando se topó con las figuras de las Marlowe y Candy... y lo que se escuchaba de pronto era:

— ¡Ay, no puede ser!

... proveniente de la boca de Terry quien comenzó a reír nerviosamente conforme se sentaba en una de las sillas, llevándose las manos a su frente y decir por lo bajo:

— Sólo esto me faltaba.

Cisco, al ver la situación del castaño, se acercó a su lado y apretó uno de sus hombros para darle apoyo a su hermano el cual al sentir la mano amiga, volvió su vista hacia él y le sonrió con incredulidad.

Por otro lado, el señor Granchester les dio paso a las damas y el prudente del abogado, comprendiendo el incómodo momento, pidió permiso para retirarse; y en lo que cruzaba el despacho le decía a Cisco:

— ¡Le llamo, le llamo!

Pero...

— ¿Se marchaba usted, Duque? — preguntó la señora Marlowe.

— En efecto, señora. ¿No le molestará si tratamos este asunto en otra ocasión? En verdad, hoy no creo —, contestó Richard tomándose la frente a señal de tener fuerte dolor de cabeza.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora