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Alessandro

Rumbo al aeropuerto y con las ojeras adornando debajo de mis ojos, solté un par de lágrimas más acompañadas de un inmenso dolor en el pecho.
Prácticamente toda mi vida me he encargado de arruinar las cosas más bonitas que tengo.

No sólo aparte a mi madre de mi padre, si no que caí en las drogas. Estuve involucrado en miles de riñas y peleas. Desde chico arruine mi primer noviazgo a los trece años y seguí con ese maldito patrón hasta ahora, porque aunque me duela en el alma, me alejé de Morgan para que sea feliz y pueda tener la vida que siempre ha deseado y si eso incluye verla feliz de la mano de alguien más, lo aceptaré.

Estaba dispuesto a cambiar a mejorar y buscar ayuda, porque no todas las personas traicionan y no todas las mujeres son como mi madre, Morgan me lo demostró una y otra vez.

Llegando al aeropuerto, marque el número de Lía, dos minutos después nos encontramos en la sala de espera.

-¿Como te ha ido?

-Bien, pude despedirme de ella.

-Ya veo, ahora hay que darnos prisa, tienes que ver a su padre en menos de seis horas.

-Lo sé, llegando allá haremos un cambio a los planes.

-¿No piensas regresar o si?

-No, la felicidad de Morgan ahora es mi prioridad.

Abordamos el avión, el tiempo se hizo eterno y por más que trataba de concentrarme en algo o al menos dormir, no podía.
Comencé a impacientarme y no por querer llegar, si no por asimilar todo lo que estaba haciendo, cosa que jamás me hubiera imaginado.
Pasando las horas de vuelo, aterrizamos en Miami a las seis de la tarde y ya estando ahí no iba a perder más tiempo.

-Lía por favor adelántate al hotel, te veré ahí. Iré con los padres de Morgan.

-¿Estas seguro de querer ir solo?

-No lo estoy, pero tengo que hacerlo.

-De acuerdo, ahí nos vemos, cuídate.

Aborde un taxi y le di la dirección del despacho de los padres de Morgan, claramente estaba demasiado nervioso, pero tenía que hablar con ellos, antes de que desaparezca por completo y esto lo tenga que enfrentar Morgan, sola.

Estando ahí camine en busca de ellos y los encontré, justo en su despacho, ambos sé llevaron una enorme sorpresa al verme ahí.

-Hola, ¿como va todo?

-Oh cariño, que sorpresa, ¿que haces aquí?

-Vengo hablar con ustedes de un tema algo delicado.

-¿Morgan esta bien?

-Si, no tienes de que preocuparte Stella. No quiero que esto recaiga en sus hombros.

-¿Qué pasa muchacho?

-Morgan y yo tuvimos una relación durante todo este tiempo.

-¡¿QUÉ?!, ustedes son como hermanos Alessandro.

-Lo sé, pero en realidad no lo somos. Y lamento todo esto, pero fue inevitable no enamorarme de su hija. En serio la amo y disfruté mucho su compañía, no lo malinterpreten. Ahora ella y yo hemos terminado, no supe valorarla y mucho menos amarla como se merecía. Lo único que quiero lograr con esto, es hacerles saber que ambos nos amamos y si habrá consecuencias por eso, tienen que ser para mi y solo para mi. Claramente no la obligue, pero Morgan solo merece ser feliz.

-Que gran valentía tienes al venir delante de nosotros y decirnos todo esto como si fuera pan comido.

-Lo lamento Flavio, pero amo demasiado a tu hija para ocultarlo y negarlo.

E N T U P I E L  |B O R R A D O R|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora