~•EGAN•~

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•~Capítulo.2.~•

EGAN

— Pedido de la mesa cuatro.— Me avisa mi compañero de trabajo dejando el papelito con el pedido sobre el mostrador.

— Dáselo a Chloe que a mí me toca caja.— Le contesto.

— ¿Y dónde está Chloe?— Me pregunta inclinándose en el mostrador.

— ¿Y a mi qué me cuentas? Debe estar ligando con algún cliente, ya la conoces.— Contesto riendo. Miro a la señora que espera su cambio.— Serán dos euros con setenta y cinco céntimos por el café con leche.

— Aquí tiene, jovencito.

— Gracias, vuelva otro día.— Contesto alegre como siempre y regalándole una sonrisa.

— No sé cómo haces para trabajar aquí y no amargarte.— Bufa mi compañero.— Además, conmigo los clientes son más bordes.— Se queja.

— Debe ser por tu cara de culo.

— Uy si, habló el más guapo del barrio.— Se jacta.

— Efectivamente. Yo si creo ser el más guapo del barrio.— Contesto sacándole la lengua.

— ¿De qué habláis, chismosos?— Oímos la voz de Chloe a un lado nuestro.

Miro tras el mostrador a la chica que nos mira sonriente, esperando a que contestemos su pregunta. Le devuelvo la sonrisa y vuelvo a mirar a Luís, nuestro compañero.

— ¿Y tú dónde estabas? ¿Ligando o qué?— Le cuestiona el otro.

Antes de que empiecen de nuevo sus batallitas miro el reloj de pulsera que posa en mi muñeca. Las 20:00. Bien, me marcho.

— Hoy cerráis vosotros, me marcho.— Les aviso dejando mi delantal sobre el mostrador y dirigiéndome al vestidor, dejando a ambos con la palabra en la boca.

Llegando al vestidor tomo mi bolso, de donde saco mi cazadora negra, me la pongo y me pongo mi gorra. Me remango la chaqueta hasta los codos mientras me miro al espejo. Saco del bolso un cigarrillo y me lo pongo en la boca, la enciendo, me cuelgo en mi hombro el bolso y me dispongo a marcharme.

Tan rápido como salgo del establecimiento el viento me golpea y la noche me da la bienvenida. Camino en las calles solitarias disfrutando de esta soledad, inhalando el humo.

— Tenía que haberme llevado una cerveza.— Me quejo a la nada haciendo un puchero.— En una noche tan bonita como esta lo mejor es un cigarro y una cerveza.

Tras treinta minutos de camino alcanzo a ver mi casa. Introduzco la llave en el cerrajero esperando no hacer ruido. Entro y fue en vano no querer hacer ruido, porque lo que me recibe es mi madre sentada en su sillón favorito, en pijama y en bata, con la mirada fija en la televisión anteriormente y ahora en mi.

— Mi amor, llegaste.— Me saluda.

— Hola, señora mamá.— Saludo acercándome a ella y dándole dos besos en las mejillas.— ¿No deberías estar durmiendo?

— Te estaba esperando.— Dice regalándome una dulce sonrisa.— ¿Qué tal tu día?

— Muy bien, por ahora.— Le digo sentándome a un lado suyo.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora