MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa)

~•PATÉTICO•~

•~Capítulo.56.~•

DEDRICK

Hoy en especial salí del trabajo mas tarde y por la vuelta de Armin a visitarnos fuimos a tomarnos unas birras en un club. Claro, cuanto más decía que debía volver a casa, más me empujaban a quedarme con ellos y, obviamente, terminaron convenciéndome.

Tratando de no hacer ruido entro a nuestro cuarto, de Frida y mío. Con cuidado, dejo mi maletín en el suelo y me acerco a la cama, cerciorándome de que no la he despertado. Sin embargo, lo que me llama la atención es la gran de servilletas arrugadas en la cama. Fijándome mejor en su rostro podía ver un rostro de lágrimas y como la punta de su nariz estaba roja, cosa que sin duda alguna, me alarmó.

¿Debería despertarla o mejor la dejo dormir?

¿Qué debe haberle pasado? ¿Raina ha vuelto?

Con pasos decididos tomo mi móvil y salgo del cuarto, tratando de no dar un portazo por la rabia que me invade.

— Es increíble como aún habiendo hecho ambos lo que ella quería, nos sigue atormentando.— Gruño bajando las escaleras.

Cuando ya creo estar lo suficientemente lejos de nuestro cuarto, tomo el teléfono y marco rápidamente a la mansión, no importándome qué horas sean ni que seguramente estén durmiendo.

— Mansión Ritcher Klein, ¿Quién llama?— Preguntan al otro lado del teléfono.

— Dedrick. Pásale el teléfono a Raina, ya.— Ordeno.

Al otro lado del teléfono, la empleada que ha tomado la llamada suelta un jadeo de sorpresa, seguramente porque se esperaba a cualquier persona antes que a mi.

— Disculpe señor, los señores se encuentran dormidos ya, al igual que las jóvenes, ¿No puede llamar maña...?— Antes de que termine la sugerencia, la interrumpo.

— No.— Niego firmemente. — O le pasas el teléfono o me planto en la mansión, una de dos.

¿Quería problemas? Los iba a tener.

Seguimos al pie de la letra sus exigencias y es por eso que desde hace dos años Frida y yo nos casamos, ahora está embarazada, ¿Qué más quiere? ¿Acaso cree estar en el derecho de atormentarla en su propia casa? ¿Quién se cree?

— ¿Hijo?— Pregunta la voz semidormida y molesta de quien dice ser mi madre.

"Hijo", que chiste.

— ¿Qué fue lo que le hiciste a Frida?

Cuando pregunto eso reina el silencio y poco después una risa por su parte resuena.

— Ya no sabes ni de qué acusarme, eh.— Gruñe con sorna.— ¿Tanto me odias? Bueno, eso es un tema en el que no voy a entrar.— Dice y suspira con resignación.— No sé que haya pasado con tu querida esposa, pero yo no tengo nada que ver. No sé si lo sepas, pero yo también tengo una vida. Si tu mujer la pasa mal llévala al psicólogo. Puede ser el hecho de estar casada con un hombre que no la ama es lo que le hace tanto mal.— Ríe al decir lo último antes de colgar.

¿Cómo podía existir una persona así? Yo, personalmente, no soy ningún santo, pero... ¿Ella? ¿Ella que es?

Esta habilidad que tiene ella para soltar tanto veneno en lo que son diez segundos que han pasado, ¿Cómo es posible?