~•EL LEGADO•~

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•~Capítulo.1.~•

DEDRICK

Miro detenidamente la pantalla de mi ordenador, fijándome en los gráficos y continuamente en las fotos de los últimos modelos que contraté y pienso " No hice una mala elección".

Yo soy Dedrick Ritcher Klein, dueño y director de uno de los mayores rascacielos de Alemania, siendo este rascacielos una agencia de modelos. Sin embargo, ahí no se detiene mi poder. Soy un Alfa y cabeza de mi familia, creada por mis dos hermanas, Astrid y Edelmira, y mis padres, Raina y Dominick.

"No hay nada que me falte" Esa frase siempre cuelga de mi frente, pero mis más cercanos saben que no es cierto y es constante el hecho de que siempre me lo echen en cara: "¿Qué Alfa aún no tiene a su mate?" "¿Tú te haces llamar Alfa? Un Alfa que no tiene mate está incompleto." "¿Para cuándo unos herederos?". Cómo la persona orgullosa que soy podría decir que me importa un bledo, pero en cierto modo no es así.

No necesito el amor de mi alma gemela ni siquiera que ella me dé unos herederos. Me bastaría con que una cualquiera sea capaz de conceder a mis hijos, pero claro, siempre está ahí el pretexto de que mi familia nunca lo aceptará, sumando al hecho de que hay menos posibilidades de concibir a un Alfa si no es con tu alma gemela.

Conclusión: estoy jodido y necesito a mi mate.

Esa conclusión hace mucho que me lleva jodiendo la vida, incluso ahora que tengo ya mis treinta años y mañana, si la Diosa Luna quiere, mis treinta y un años.

Pero bueno, no le daré mucha importancia. El mundo al fin y al cabo es un pañuelo y la encontraré, encontraré a la mujer que debe conceder mis hijos y una vez hecho, supongo que bastará que le dé una fuerte suma de dinero para que se aleje de nuestras vidas dejando a mi cuidado a mis hijos.

Los niños, claro, no me servirán hasta que sean adultos, pero bueno, bastará con que sean criados como lo fui yo, a base de especialistas, profesionales y nanas.

¡Toc! ¡Toc!

La puerta es ligeramente golpeada, con mi permiso esa persona tras la puerta accede a entrar. Mi secretaria. Ruedo los ojos seguro de que a lo que viene es a darme más trabajo del que ya tengo. Recuesto mi espalda en mi silla giratoria y con los dedos juego con mi pluma esperando a que me diga qué pasa.

— Señor, ¿Tiene tiempo de atender una llamada? — Pregunta.

— Depende. ¿Quién es y qué necesita?

— Son sus socios, los hermanos Wolf Becker.

— Bien, pasa la llamada a mi teléfono.— Ordeno.

— Entendido.

Dicho esto se va tan rápido como vino. Tomo el teléfono sobre mi escritorio y nada más hacerlo escucho la voz de Ada, una de mis socias y mejor amiga desde que prácticamente tengo memoria.

— ¿Y bien?

— Se dice "Buenas tardes", capullo.— Contesta ella y podría jurar que desde el otro lado del teléfono está poniendo los ojos en blanco.— ¿Entonces sí o no a lo de mañana?

— No.

— ¡Porqué eres tan amargado!— Chilla y alejo el teléfono de mi oído, haciendo un gesto de disgusto.— ¡Es tú cumpleaños!

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora