~•COSAS QUE DEBÍAN PASAR•~

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•~Capítulo.68.~•

EGAN

Tal y como pensé, una catástrofe es lo que había sucedido.

Mis ojos muy abiertos captaban ambulancias, autos volcados, un enorme camión habiendo salido de la carretera, policías, un angustiado Dedrick discutiendo y exigiendo ver a su mujer.

Veía el precinto policial evitando que los espectadores dieran más pasos hacia ahí, pero mis piernas ya se encontraban corriendo hacia ese precinto, tomando como ventaja que Dedrick tuviese entretenida a la policía. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho cuando estuve a menos de un metro de distancia del auto negro destrozado y volcado. En el, lo que resaltaba era la mano que se encontraba tendida en el suelo empapado en sangre.

Escuché tosidos y enseguida reaccioné.

— ¿Frida?

— ¡Oiga, usted! ¡No puede estar ahí!— Escuché gritar a mis espaldas.

Los ignoré, esquivé el precinto y me hinqué en la ventana del auto de donde se asomaba esa mano, la tomé en mis manos con lágrimas en los ojos, sollozando. En estos momentos me sentía como un vil criminal.

— ¿Egan?— Pregunta esa voz dulce y agradable, ahora débil y a nada de apagarse.— ¿Eres tú?

— Lo siento.— Lloro, cerrando fuertemente los ojos.— Lo siento tanto. Las cosas... Las cosas no tenían que pasar así. Perdóname.— Me lamento.

Podían escuchar a gente corriendo hacia mi dirección mientras gritaban que me alejara de ahí, que tenía prohibido estar ahí y blah, blah, blah... pero estaba tan centrado en la mujer que parecía debatirse entre la vida y la muerte que poco me importaba eso.

— ¿Porqué te disculpas?— Me pregunta de nuevo.— ¿Porqué lloras? No llores, por favor.— Dice y tose.

— Ya no hables más, por favor.— Pido alarmado.— Pronto te sacarán de aquí, te llevarán al hospital y todo estará bien, ¿Si?

Me esperaba muchas reacciones de su parte, pero sobretodo que llorara o que perdiera la conciencia, pero con sus pocas fuerzas la veo sonreírme angelicalmente, mientras que de sus labios se escurría la sangre.

— ¿Tienes lástima por quien te ha alejado de tu alma gemela? No te preocupes, ya no duele. — Me pregunta con la voz quebradiza.— Todo está bien, Egan. Así tenían que suceder las cosas.

Ante lo oído mis ojos se abren mucho y la sangre me hierve a medida que mis ojos se vuelven a inundar en agua salada. En sus ojos parecían haber un atisbo de tristeza, dolor, culpa... Tantas emociones, pero ninguna positiva.

— ¡No digas eso! ¡Cállate! ¡Todo estará bien una vez lleguemos al hospital!— Le chillo. Me volteo a ver los profesionales que intentan abrir las puertas del auto.

Poco después a mis espaldas sentí brazos tomarme por debajo de las axilas y tirar de mi, intentando alejarme de ahí. Removiéndome y entre gritos intenté que no me alejaran del auto, pero los policías poco después ya me tenían dentro de su auto.

— Escúchame muchacho, no sé qué familiar o conocido seas de esa mujer, pero interviniendo solo entorpecerás a los profesionales sanitarios.— Me echa en cara el agente, molesto.— Quédate quietecito tal y como lo está él y todo estará bien.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora