•~Capítulo.69.~•
DEDRICK
Personas iban y venían en el pasillo en el que nos encontrábamos sentados Egan y yo. Médicos y enfermeras también, pero ninguno sabía nada de Frida. En los ventanales del pasillo pude ver cómo estaba a nada de empezar a amanecer. No he pegado ojo y el dolor de cabeza me está matando. Egan, por otro lado, quien ha intentado con palabras que no me sienta mal o culpable, se encuentra dormido con su cabeza recostada en mi hombro.
Mis ojos cansados van a parar en él, en cómo su cabello desordenado cae sobre su frente tapándole medio rostro y en cómo de entre sus labios entreabiertos se asoman pequeños colmillos blancos.
— Siento tu mirada perforarme la sien.— Musita somnoliento.— ¿Aún nada?
— Nada.
Se queda callado y suspira. Se coloca bien en la silla y hace un pequeño estiramiento mientras bosteza, entonces el crujido de su espalda resuena en el pasillo vacío, lo miro, me mira, nos miramos y decidimos no decir nada.
— Deberías volver al hotel, tomar una ducha, cambiarte...— Le digo.— Y volver a Alemania.
Conociéndolo, sin mirarlo, ya sabía que le había molestado lo dicho, tanto era así que podía sentir su mirada sobre mi, fulminándome.
— No me iré.— Determina.— Y si lo repites me enfadaré. Me enfadaré muchísimo y créeme que no quieres verme enfadado.— Amenaza totalmente serio.
Volteo a verlo y este me miraba neutro, sin expresión alguna, pero eso me decía en varios idiomas que no iba en coña lo dicho.
— Egan, no tienes porqué estar aquí.— Razono.— Quizá quieres quedarte porque estás preocupado, pero...
— Me voy a por un café, ¿Quieres?
— Egan...
No esperó una respuesta por mi parte, solo se levantó estirando su ropa, queriéndose ver un poco mejor y toma un camino por los pasillos, perdiéndose y dejándome atrás, dándome a entender que irse a Alemania no era una de sus principales opciones.
— ¿Dedrick Ritcher Klein?— Preguntan a un lado mío.
Cuando miro en dirección a quien pregunta por mi, me encuentro a un doctor mirándome fijamente, por encima de sus gafas. Enseguida me pongo en pie asintiendo firmemente, esperando atentamente noticias de Frida.
— ¿Es usted pariente de Raina Ritcher Klein?— Me pregunta.
Evito poner una mueca de disgusto no solo porque era afirmativa la respuesta sino porque como él mismo habrá podido comprobar tenemos el mismo maldito apellido, si no soy su pariente, ¿Quién podría ser?
— Su hijo.— Afirmo tragándome el "desgraciadamente".
— Hace una hora y media acabamos con su operación y despertó de la inconsciencia. Exige verlo a usted.— Me explica.
"Exige". Ni siquiera saliendo de un accidente tan grave se vuelve mejor persona.
— ¿Y la operación que tal salió?— Le pregunto queriendo demostrar interés cuando en verdad no lo tengo.
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MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa)
Kurt AdamCuando un hombre o mujer lobo nace inmediatamente la Diosa Luna la empareja con un lobo y con su media naranja o alma gemela, como queráis llamarlo, a mi me da lo mismo. Cómo Alfa que soy siempre esperé encontrar a mi alma gemela, no para vivir una...