~•PLANES A FUTURO•~

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•~Capítulo.45.~•

DEDRICK

Meses ya habían pasado, más específicamente, dos. Dos meses en los que seguí sin saber nada de Egan y como me esperaba, cada día que pasaba lo añoraba más. Ya no era excusa que él era mi alma gemela, no, era el simple hecho de ser él. Me volvía loco el solo pensar que no lo puedo tocar, que no lo puedo ver, que no lo podía escuchar... Lo anhelaba como un loco, como una abeja a su miel... Lo necesito.

Sin embargo, yo más que nadie sabía que aún faltaba muchísimo para nuestro reencuentro y ante ello, solo podía rezar que cuando ese día llegara él siguiera sintiendo lo que anteriormente me confesó. "Dedrick, te quiero". Si así es, espero que esos sentimientos perduren ahí y si es posible, que incrementen, tal y como está pasando con mis sentimientos hacia él.

Para evitar huir de mi propia casa y salir corriendo a verlo, me tenía que apañar escuchando las historia de Edelmira. Ella, cada noche, visitaba mi habitación durante las noches, antes de dormir y me relataba lo que habían hecho y qué tan bien se lo habían pasado. Supongo que ella nota mi desesperación. Se lo agradezco. Aunque no sé si eso me hace bien o no.

Bajo las escaleras y me dirijo al comedor, donde al entrar me reciben mis padres y mis hermanas, y gracias a Dios, hoy no habían venido los padres de Frida. Me acerco y me siento en la silla de la cabeza de la mesa, demostrando ser el Alfa y cabeza de la familia.

— Buenos días.— Me saludan.

— Buenos días.— Contesto.

— ¡Hola, hermano!— Chilla Edelmira en mi dirección, agitando la mano.— ¿Qué tal has dormido?

— ¿Yo? Muy bien, gracias.— Contesto dándole una pequeña sonrisa.— ¿Y tú, pequeña?

— Yo también, gracias.— Responde.

Podía notar las miradas de nuestros padres sobre nosotros, con el ceño fruncido. Seguramente no se esperaban el acercamiento entre hermano mayor y hermano menor. Puede ser les molestara que en la casa fueran los únicos que le hicieran el vacío.

Cuando las empleadas, entre ellas, Calista, la hermana de Egan, traen el desayuno y se retiran, empezamos el desayuno, en silencio.

— ¿Has leído el periódico últimamente, Dedrick?— Pregunta Dominick, padre.

— No.— Niego dejando mi taza de café sobre la mesa.

— Básicamente, los periodistas se siguen preguntando cuando se va a llevar a cabo vuestra boda.— Me dice.— Y nosotros también.

— No lo sé.

— Supuse que dirías eso.— Comenta Raina, dejando de lado su desayuno.— Por esa misma razón lo he hecho yo por ti.

Me esfuerzo en no atragantarme con lo anteriormente ingerido y la miro sin expresión alguna.

— No sabía que la que se casaba eras tú, joder.— Comenta Astrid, sin levantar la mirada de su plato.— Ya ni fecha puede decidir el pobre para dar comienzo a su calvario. Me pregunto que es ello con lo que lo amenazas para que siga tus órdenes.

La mesa se queda en silencio ante los comentarios de Astrid, quien come tranquilamente su desayuno, sin siquiera mirar a los mayores, quienes la miran como si hubiera dicho algo de otro mundo.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora