~•EGOISTA Y POSESIVO•~

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•~Capítulo.74.~•

EGAN

"Disfrutar de mi alma gemela".

— ¿Qué?— Río.— No.

Definitivamente en casa de mi madre y además con ella aquí, no.

— ¿No? ¿Porque no?— Me cuestiona apegando más mi espalda a su abdomen.

Me volteo sonriendo lo más amenazante posible, con el dedo índice y estirando mi brazo señalo la puerta.

— Ve a darte una ducha, ya.— Ordeno.

Me mira divertido antes de despegarse de mi y alzar las manos en son de paz. Cuando sale de la habitación suelto el aire retenido y cierro los ojos fuertemente, queriendo pretender ser inconsciente de la agonizante erección entre mis pantalones.

[•••]

Toco la puerta del baño y pego mi oreja a ella a ver si así escucho el agua caer.

— Dedrick, se me olvidó poner toallas en el baño, ¿Empezaste a ducharte?— Le pregunto con toallas en mano.

— Ven, entra.

Haciendo caso a su permiso, accedo. El vapor es lo primero que veo y después mis ojos van a parar al cristal empañado. Solo veo su sombra bajo esa lluvia artificial.

— Oye, no sé en tu casa, pero mi mamá paga el agua y si te sigues regando así va a pasar de pagar cincuenta a ciento cincuenta euros.— Escupo sonriendo sarcásticamente.

Oigo como gira el cierre del agua y enseguida el agua deja de caer.

— Bromita.— Río.

Claro que era broma. Entre que mi hermana trabajaba y recibía un buen salario y luego yo, que soy modelo y recibo mucho, mucho dinero, no importaba que tanto gastase mi madre.

— Pásame la toalla.— Pide abriendo la puerta deslizando de cristal de la ducha y sacando el brazo.

Con por favor, viejo.

Claro, tuve que haber sido más listo y no haber caído en su seriedad, porque cuando tengo la intención de poner la toalla sobre su mano, en lo que sería menos de un segundo, mi muñeca es apresada por su gigantesca mano y poco después soy arrastrado hasta el interior de la ducha. Entre el susto y la calor del baño, ya me encuentro casi hiperventilando.

— ¿Qué se supone qué estás haciendo?— Pregunto ante lo obvio y río nervioso.

¿Yo nervioso? Solo me pasa con este hombre.

Su enorme cuerpo musculoso y esbelto me tenía contra el cristal y sus brazos posaban a cada lado de mi cabeza, dejándome sin escapatoria. Su cabello rubio ahora empapado cae sobre su frente, desordenadamente. Su aliento caliente golpea mi rostro.

— Granuja, quizá no te haya dicho esto antes, pero me gustas tanto, me encantas...— Musita con voz grave, bajando su rostro a mi cuello.— Estos dos años sin ti, realmente fueron un castigo. Contaba los días para reencontrarme contigo. Rezaba a la Diosa Luna no haberte dejado de gustar. Rezaba a la Diosa Luna que ningún otro ser te hiciera sentir mejor que yo. — Dice y besa mi hombro, volviendo la vista a mis ojos.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora