•~Capítulo.115.~•
EGAN
Mi corazón duele al ver su pierna enyesada, sobretodo tras enterarme que cuando aquello pasó, ella iba a en mi búsqueda para pedirme perdón, no sabiendo que yo no necesito eso por su parte, solo necesito que me siga permitiendo llamarla por quien es: Señora mamá.
— Egan...— Musita, incrédula.
— También ha venido mi hermano.— Le digo señalando a Káiser, quien mira el suelo.
Quiero abrazarla y agradecer que sea tan fuerte cómo para lo haber resultado aún más herida a su edad. Sin embargo, recuerdos de cómo negó ser mi mamá y me echó de la casa me detienen.
— Yo...— Musita bajando la mirada a sus manos, las que tienen unos pocos rasguños.— Lo siento.
Le quiero preguntar si me puedo acercar, pero creo que si se está disculpando es porque si puedo, por lo que no dudo en dar mis primeros pasos a ella y llegando a ella siento una punzada en el corazón al ver que no me mira, solo mira sus manos rasguñadas y juega con sus dedos.
— No tienes que disculparme.— Murmura.— No es necesario. Es decir, te dije cosas sabiendo cuánto te iba a doler y aunque Calista me suplicó que me detuviera no lo hice...— Relata con clara angustia.
— Ya, ya basta.— Digo y sonrío.— Está bien.
Sus ojos cristalizados me miran enseguida, estupefacta y segundos después en los que me mira en silencio, buscando algún indicio de broma, sarcasmo o quizá enfado en mis ojos, relaja su expresión y niega con la cabeza.
— Claro, tú eres así.— Manifiesta y cae una lágrima.— Eres un ángel.
— Me halagas, señora mamá.— Río.— ¿Te puedo abrazar?
— Yo... No sé si realmente lo merezco.— Dice y ríe con amargura.— No sé qué clase de madre soy. Si yo...
— Me duele más que hables así que cualquier otra cosa.— Siseo, serio.— No quiero saber el porqué de tu comportamiento de aquel día, de verdad, no me importa. Solo olvidémoslo, no quiero vivir aquello otra vez. Estoy bien así, ¿Si? ¿Por favor?— Pido haciendo el intento de sonreír.
No quiero esperar a que me conteste, solo la abrazo, pegando su cabeza a mi pecho notando como su cuerpo tiembla en lo que llora.
Estoy contento. Contento porque todo fue una mentira. Es decir, mi mamá no me odia y no me quiere fuera de sus vidas. A estas alturas ya no quería hurgar en la herida, me bastaba con que viéramos hacia delante y lo que quedó atrás que simplemente se quede ahí. Yo estoy dispuesto a perdonar, ¿Porqué no?
No tardamos en sentir como Calista se une al abrazo.
— Menos mal todo vuelve a estar bien.— Susurra Calista mediante el abrazo.— No sabéis que mal lo estaba pasando con esta situación.
— Perdóname tú también, Calista.— Dice mamá, sonriente, sobando su espalda.— Perdonadme, mis niños.
Todo parecía estar bien, todo perfecto... Pero segundos después noté como no era así. Podía sentir la mirada de Káiser detrás nuestra, pero no decía nada, solo miraba, como si no fuese parte de lo que sucedía ahora mismo y quizá así fuese.
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MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa)
Hombres LoboCuando un hombre o mujer lobo nace inmediatamente la Diosa Luna la empareja con un lobo y con su media naranja o alma gemela, como queráis llamarlo, a mi me da lo mismo. Cómo Alfa que soy siempre esperé encontrar a mi alma gemela, no para vivir una...