~•FE•~

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•~Capítulo.43.~•

Con esa noche cada uno había dejado una promesa sobre la mesa. Promesa que no debía romperse a menos de que exista la siguiente condición: Que dejen de gustarse. Uno prometió esperar al otro y otro prometió que su marca no iba a ser dado a otra persona.

Nada aseguraba que esas promesas se fueran a cumplir, pero ambos decidieron confiar él uno con el otro, ciegamente. Uno era demasiado crédulo hasta llegar a rozar la inocencia, pero más bien, era idiotez y otro, simplemente decidió dejarse llevar por las palabras firmes del otro, accediendo a seguir ese plan aunque nada estuviese asegurado.

¿Qué tan seguro era que para ese entonces seguirían gustándose? ¿Qué aseguraba que Dedrick no sentiría nada por su futura esposa, Frida?

Nosotros, sus espectadores, solo mantendríamos la fe.

[•••]

EGAN

No volví a ver ni a escuchar nada relacionado con Dedrick, ni por su parte ni por parte de las noticias de última hora. Había pasado cierto tiempo desde que lo veía y desde que nos dimos un "Hasta luego". Sin embargo, Edelmira y yo, y a veces, Chloe, también nos encontrábamos en ese parque e íbamos a una cafetería cercana a tomar algo, siempre y cuando ninguno estuviera ocupado.

¿Quién llevaba y traía a Edelmira a nuestros encuentro? Astrid, su hermana mayor y quien una vez me mencionó el mismo Dedrick.

No mentíamos Chloe, Calista y yo cuando jurábamos que toda esa familia provenían de dioses griegos, porque la belleza que se cargan todos ellos es una puta locura. Astrid no se quedaba atrás. Al parecer eran una familia de rubios, ojos claros y piel blanca y limpia como la escarcha.

Es una muchacha de dieciocho años que según tengo entendido estudia en la universidad, bellas artes. Que envidia. Justo lo que yo una vez en el pasado quise estudiar y ahora soy modelo. Que vueltas da la vida.

Tal y como una vez me mencionó Edelmira una vez, su hermana la trataba como una princesa y demostraba quererla y eso me alegró mucho. Me alegró porque no ignoré el tiempo que pasaba con ella y Dedrick como para no darme cuenta de que no eran muy cercanos aún siendo hermanos. 

No vi la necesidad de contarle lo de su hermano y yo a Astrid, ¿Para qué?

— ¿Habitaciones separadas?— Nos pregunta la recepcionista del hotel a Angelo y a mi, mirándonos como si fuésemos una de las mayores maravillas en el universo.— ¿Sois pareja?

Frunzo el ceño ante su última pregunta fuera de lugar y ella parece notar mi disgusto, porque enseguida carraspea y desvía su mirada.

— Disculpen la pregunta.— Dice y ríe nerviosa.— Es que os vi llegar y...— En medio de su disculpa la interrumpo e interrumpo a Angelo cuando iba a hablar.

— Habitaciones separadas.— Doy a entender dejando ir un suspiro mientras ruedo los ojos.— Y si puede ser, una al lado de la otra, gracias.

— Bien.— Es lo único que dice, cohibida.— Miraré si quedan. Me tomará un ratito.

Va benne.— Sonríe Angelo en dirección a la recepcionista roja por la vergüenza anteriormente pasada.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora