~•CONVÉNCEME•~

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•~Capítulo.81.~•

DEDRICK

— Mañana a primeras horas de la mañana podrás venir a por el.— Le digo al señor que mantiene los cuidados del yate.

— Si, señor.— Accede.— Con permiso.

— ¡Dedrick, mira esto! ¡Joder, como mola!— Escucho chillar emocionado a Egan desde dentro del yate.

Tomo las llaves que el señor me tiende y despidiéndome, camino lo largo del muelle llegando a puertas del yate, dirigiéndome a proa, donde veo de espaldas a Egan, admirando los mares. Cuando llego a él tomo su cintura tomándolo por sorpresa, pero no por eso no evito posar mi mentón en su hombro, aspirando su salvaje aroma del que tan adicto soy.

— ¿Te gusta?— Le pregunto a sabiendas de cuál es su respuesta, dejando un casto beso en su cuello.

— Me encanta.— Musita con la emoción cargada en la garganta.

Mis manos, las cuales posan en su cintura son tomadas por las suyas y sobre su estómago entrelaza nuestros dedos, haciendo un abrazo.

— Es mi primera vez en un yate.— Comenta.— Sinceramente, si fuera un simple paseo en yate no me emocionaría tanto. Pero como es contigo...— Dice y ríe.

Sonrío encantado con lo oído, por lo que lo volteo y pego mi frente con la suya, sin soltar su cintura.

— ¿Intentas volverme loco? ¿Porqué estás siendo tan lindo?— Dramatizo la exasperación.

— Eres el único que me ve lindo.— Ríe.

¿Y cómo no iba a verlo así? Si dice ese tipo de cosas, sonriéndome y avivando mi vida de diferentes colores con su sola presencia. Él, vestido con unos shorts de mezclilla, una camisa con cuello "V", unas chanclas beis y unas gafas de sol negras sobre su cabeza. Este conjunto no hacía irradiar su típico estilo de chico malo que acostumbra llevar y aún así, se veía bien él.

— Tuvimos que haber traído a Tahiel.— Lo oigo murmurar.— Le enseñaríamos el mar, los peces, las olas, la arena, las asquerosas algas...

Ruedo los ojos.— ¿También debo celarte con mi hijo casi recién nacido? Granuja, me lo estás poniendo aún más difícil.— Me quejo, haciéndolo reír.

Finjo estar enfadado mostrando un ceño fruncido y una larga línea recta en mis labios, soltándolo y cruzándome de brazos, haciéndolo reír aún más. Cuando cesa su ataque de risa, se acerca a mi vacilón y enreda sus brazos en mi nuca, sonriéndome de oreja a oreja.

— ¿Te han dicho alguna vez que eres muy atractivo cuando te enojas o cuando celas?— Me pregunta con un toque de gracia.

— Cuando me enojo, no. Y cuando estoy celoso tampoco puesto que solo te he celado y te celo a ti.— Contesto obvio.

— Oh, me lo tomaré como un halago.— Dice.

[•••]

Con el timón en manos y no perdiendo de vista el camino que he decidido trazar, pero saber que en el primer piso del yate tengo una excelente de visión de cómo Egan toma el sol en bañador y gafas de sol, de cómo su piel brilla por la aplicación de crema solar, me hace perderme en él. Me muero el labio evitando una sonrisa y niego con la cabeza, bajando la cabeza al timón, no queriendo dejarme llevar por pensamientos impuros.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora