~•ROJO, ROJO Y MÁS ROJO•~

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•~Capítulo.37.~•

DEDRICK

"¡Estás loco! Mi madre está en casa."

— Más razón para que empieces ha hablar.— Amenazo acabando de quitarme el abrigo y lanzándolo a un rincón de la habitación.

Era gracioso ver su reacción, ya que normalmente es un chico indiferente a las cosas que suceden y todo le suele dar igual, pero al parecer lo nuestro se lo tomaba lo suficientemente serio como para no querer que su madre nos pille.

Me acerco a un más a él y él gruñe en símbolo de molestia, cosa que me hizo reír, porque era la primera vez que actuaba así en mi presencia. ¿Tan nervioso estaba porque su madre entrara?

Esto me recuerda a mi época en el internado.

— ¿A quién le gruñes, granuja?— Le pregunto socarrón, acercándome atrevidamente a sus labios.

— Dedrick, esto no es gracioso, sabes.— Se queja.— Dime que haces aquí y vete. Hablaremos más tarde.

Río amargo.— ¿Seguro? Claro, supongamos que realmente contestaras al móvil o qué tan siquiera me marcarás.— Declaro sarcástico.

— ¿Todo este drama por eso?— Pregunta pasando por mi lado, manteniendo la distancia y desbaratando su cabello, en símbolo de nerviosismo.— Te llamaré, ¿Vale?

Me molesta tanto su forma de comportarse.

— Se te olvida darme una razón.— Le recuerdo.

— Te dije que estuve ocupado.

— Y yo te dije que no te creo.

Volvemos a quedar callados, yo esperando una respuesta por su parte que sí tenga sentido y que sí pueda creerme y él, pues plantado ahí se quedó, mirándome fijamente, sin parpadear. Quería verme serio, pero hasta él debe haberse dado cuenta como mi mirada viajó una y mil veces en cómo solo vestía com un pantalón chándal gris y calcetines blancos. Quiero seguir manteniéndome cuerdo.

— ¿Puede ser se deba a tu jefe?— Le cuestiono dejándole ver mi molestia y mi enfado cargado en la voz.

Ríe sarcástico.— ¿Qué tiene que ver Angelo en esto?

— ¿Angelo? ¿Tanta confianza os tenéis que os llamáis por vuestro nombre de pila? No me jodas, Egan.— Gruño acercándome a él a zancadas enormes.

— Somos amigos.— Dice con simpleza.

— ¿Los amigos se mandan flores y retratos? En serio, ¿Regalos tan íntimos?— Le cuestiono tomándole de la nuca y acercándolo más a mi, que me mire a los ojos.

— No son íntimos, Dedrick.— Ríe negando con la cabeza.— Son regalos normales y corrientes y que se pueden hacer a cualquiera, sabes.

— Pues desde mi punta de vista, no.— Gruño en respuesta.— Él a ti no y tú, en respuesta, tampoco.

En estos momentos ya estaba por salirme de mis cabales y estaba empezando a decir estupidez tras estupidez y aunque en mi interior me quería calmar, sentía mi sangre hervir de lo muy furioso que me sentía y más si él se tomaba con tanta calma su acercamiento con Angelo.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora