MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa)

~•LA NIÑA CUTE•~

•~Capítulo.58.~•

CHLOE

Ordeno mis ropas dentro del armario, ignorando—como siempre— el mucho jaleo de casa. Mi madre, Liesel, chillando a mis hermanos pequeños, hermanos mellizos de tan solo once años: Haines y Johan. ¿Mi padre? Bueno, él va muy a lo suyo.

Benno, así es como se llama mi papá. Y con qué va muy a lo suyo me refería que quién da las órdenes en esta casa es mi mamá y él las acata. No es de muchas palabras y tampoco es que suela estar mucho por casa.

Mi familia no es especial, no hay mucho de lo que hablar.

— ¡Chloe!— Me grita mi madre.— ¡Ha venido tú amiga, "La fresa"!

¿Quién es "La fresa"? Astrid, básicamente.

Mi madre se cree con el derecho de poner apodos a cualquiera con solo haberlos visto una vez, es más, sin conocerlos. Es más, el apodo de Egan es "Mi futuro nuero", el mío "Macarra", y el de mis hermanos es "Doble desgracia". 

¿Se huele el amor familiar, verdad?

— ¡Dile que pase!— Chillo de vuelta.

A velocidad de la luz voy ordenando rápidamente la ropa y apretujándola en el armario y cerrando rápido la puerta, no queriendo que caiga.

— ¿Se puede?— Preguntan tras la puerta, dando pequeños toques.

— Espera.— Me apresuro dando patadas a mis zapatos, metiéndolos bajo la cama.— Ahora sí, entra.

Parada frente a la puerta con las manos a mis espaldas espero a su entrada y cuando lo hace, sonrío en su dirección, obteniendo por su parte la misma acción. Accede a entrar tras darme dos beso y un abrazo.

— ¿A qué se debe tu visita?— Pregunta cuando rompo el abrazo.

Con un gesto le indico que se puede sentar en mi cama y ella, accede.

— Me aburría.— Dice con simpleza, echándose para atrás y acostándose sobre mi cama.— Y tú, ¿Qué tal?

Me encojo de hombros.— Como siempre, bien.

Sonríe.— Claro, tú siempre estás bien. Me alegra que así sea.

Ay, wey... ¿Cómo puede verse tan linda haciendo algo tan común y simple como lo es sonreír?

— ¿E Egan?— Me pregunta.— Hace un tiempo que Edelmira y yo no lo vemos. Supongo que es jodido esto de ser modelo.— Comenta.

— Pues habla muy poco de lo "jodido" que es.— Río.— Creo que lo único que le joden son los viajes y lo de las dietas extremas. Ya sabes, se tiene que mantener... Bueno, como el pan.— Explico.

Mi última comparación el hace reír y su risa me hace reír a mi también, haciendo que al final seamos dos tintas riéndonos de una tontería como lo es mi comparación o mi boba manera de hablar.

— ¿Te gustan los hombres, Chloe?— Me pregunta de pronto.

¿Eh?