~•COLORES, COLORES Y MÁS COLORES•~

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•~Capítulo.84.~•

RAINA

— Cierra las cortinas.— Ordeno.

— Pero señora, hace semanas que no ve la luz del sol. Toda la casa tiene las cortinas cerradas, no entra ni un ápice de luz solar. Su piel cada vez está más pálida y traslúcida.— Me dice una empleada, exasperada.— Si sigue así su condición médica va a empeorar.

— ¿Puede empeorar más? Mírame.— Le contesto.— Solo me espera una muerte en la oscuridad y la soledad de esta casa.

— Pero señora...

— ¿Pero? ¿Aún existen peros? Mira muchacha... Eres joven y linda, puedes salir y entrar de cualquier sitio y eres independiente, a pesar de ser una débil Omega. Y yo, yo que soy una Alfa con prestigio ya no tengo ninguna de esas cosas. Mis hijos no me quieren y ni vienen a verme, parecen estar satisfechos y felices con lo que me ha pasado. Mi marido solo es mi marido de nombre, de titulo, porque no cumple con su función. Apuesto a que viene a casa a altas horas de la madrugada porque se encuentra con otras mujeres, no me ama y solo me aguanta para no perjudicar al clan.— Relato.— Y te repito, ¿Existen peros?

— Señora, el médico le dijo que si fuese a rehabilitación entonces...

Río amarga.— No me devolverá la sensibilidad del cuerpo y no seré una rata de laboratorio.— Pongo sobre la mesa.— Ahora, sal y déjame sola.

Cuando hace una reverencia y se dirige a la salida de mi habitación me paro a pensar en algo.

— Espera.

— ¿Si, señora?

— Hazme un favor.

— Lo que quiera, señora.

— Necesitaré que marques un número en especial y hecho eso te retirarás dejándolo en manos libres. No quiero que haya nadie alrededor, ¿Entendido?— Ordeno.

— Sí, señora.

[•••]

Tal y como lo ordené, así lo hace. Miro fijamente al teléfono que hace sonar pitidos esperando a que la persona al otro lado del teléfono conteste y cuando lo hace, dice:

— ¿Si?

— Soy Raina Ritcher Klein, me conoce.

— Por supuesto.— Dice y ya por el tono sé que sonríe divertido.— ¿A qué se debe su llamada, Loba entre Lobos?

— ¿Sigues realizando... ese tipo de trabajo?

— Efectivamente.

— Pues necesito tus servicios.— Doy a entender.— Pagaré la fortuna necesaria.

— Ohhh, interesante.— Ríe.— ¿A quién quieres que elimine?

Ante su pregunta me quedo callada largos segundos, cuestionándome en mis adentros si estaré haciendo bien, claro, luego recuerdo que el bien y el mal nunca me han importado y que siempre he hecho lo que he querido y que hasta mi último suspiro, así iba a ser.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora