~•UN CONSEJO PARA EL MUÑECO•~

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•~Capítulo.76.~•

MICHAEL

¿Seguirás sin contestar al teléfono? Quizá tú jefe esté preocupado por ti.— Me dice mi nana, acariciando mi cabello.— ¿Sigues con fiebre?

Esto era lo peor de ser un Omega y encontrar a tu alma gemela: caes enfermo. Sí, los Omegas somos tan cutres, tan perdedores, débiles y vulnerables, que cuando encuentran al ser con el que se supone que tienen que compartir el resto de su vida caen en cama por una fiebre que parece estar quemando tus huesos. Esta fiebre tan dolorosa dura tres días como mínimo y como máximo seis días. Hoy era mi tercer día y aún me sentía morir.

— No quiero.— Jadeo, escondiéndome entre mis mantas.

Aunque sienta que todo mi cuerpo arde, el frío cala mis huesos. Lo sé, es raro.

— Pero ya han pasado tres días, deberías contestar al menos a sus llamadas. Si sigues así, ¿No perderás el trabajo?— Me pregunta con clara preocupación.

Buena pregunta.

Estos tres días en los que he estado sintiendo que me voy a morir del dolor he pensado francamente en mi, en lo que me hace daño, en lo que no, en lo que debo aferrarme y en lo que debo dejar ir.

— Voy a renunciar.— Le digo, simple.

El nudo en mi garganta se hace más grande y el dolor de mi cuerpo es menor comparado con lo que ahora mismo duele mi corazón roto.

— ¿Es por él? ¿Por Angelo?— Me pregunta destapándome, para obligarme a mirarla.— ¿Porqué no buscas a tu alma gemela?

Mis ojos se llenan de lágrimas al momento.— Nana, no digas más, por favor. Me duele, me duele mucho.— Me lamento.

— Perdón, mi niño.— Se disculpa dándose prisa en volver a mojar la servilleta en agua y posándolo en mi frente sudorosa. — Volveré a prepararte un baño de agua caliente, ¿Si?

— Gracias.

En eso pensaba durante estos tres días. Entre mis delirios, llantos y dolor, solo he llegado a la conclusión de que debería alejarme de Angelo. ¿Tengo otra opción? No. Estoy cansado de ir tras él y entendería perfectamente si él está cansado de mi. Ni siendo consciente de que Egan tiene sus ojos puestos en otro hombre, se voltea a verme. Debo tirar la toalla...

Suponiendo que mi nana, Rose, está ocupada, aprovecho para hacer el intento de levantarme aunque todo me da vueltas. Sosteniéndome de cualquier cosa que me encuentro me acerco a mi armario y saco lo primero que me encuentro. Tratando de no hacer ruido salgo de mi cuarto con llaves en mano, salgo al pasillo, bajo las escaleras temiendo caerme y disculpándome con Rose por preocuparla, me voy.

[•••]

— ¿Cuánto va a ser?— Le pregunto al taxista.

— Joven, no se le ve muy bien, está muy rojo y apenas puede mantener los ojos abiertos, ¿Qué tal si lo llevo al hospital?— Me pregunta mirándome desde el espejo, preocupado.— Un chico tan atractivo como tú no debería ir por ahí en este estado.

Oh, Dios mío.

— Métete en tus asuntos.— Escupo, buscando la manilla de la puerta.— Dime cuánto es y lárgate.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora