~•DESCONTROL•~

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•~Capítulo.87.~•

1 mes después

ANGELO

Saludo a los trabajadores que pasan por mi lado saludándome. Con lentos pasos me dirijo a la fotocol esperando encontrarme con Javier. Cuando llego, entro sin avisar, dándome cuenta tarde de que no es él quien se encuentra ahí, sino Egan. Sin hacer ruido me quedo en las sombras, mirando curioso lo que hace.

Veo como toma libros que a saber de dónde a sacado y como corriendo se sube a la pasarela, posándolos sobre su cabeza. Miro como camina sobre la pasarela asegurándose de que ningún libro caiga, como va y viene, y cuando nota haberlo hecho a la perfección da brincos sobre sus pies, aplaudiéndose a sí mismo, como un niño pequeño.

Sonrío inconsciente al verlo contento por algo tan tonto como eso, teniendo en cuenta que es modelo desde hace más de dos años y que ha ganado ya bastantes premios por ser uno de los mejores.

Tan lindo...

— Veo que te estás divirtiendo.— Comento.

Por el susto, da un brinco y los libros caen al suelo, haciendo un ruido opaco.

— Hostia puta...— Murmura poniendo una mano en su pecho.— ¿Angelo? Joder, no me des estos sustos.

Río saliendo a la luz, acercándome a él, subiéndome a la pasarela y dirigiéndome a él. Cuando llego mis ojos no pueden evitar bajar la mirada a la marca en su cuello. Él lo marcó. Están juntos. Se pertenecen.

Egan desde un principio estaba destinado a no ser mío y yo, aún así, me aferré a él, y a causa de ello siento esa opresión en el pecho cuando percibo su felicidad junto a ese hombre, cuando lo oigo hablar de o con él. Estos celos...

Y aún sabiendo eso, ansío poderlo tocar, besar...

Su cuerpo, sus expresiones, su voz... Me incitan, pero luego sus ojos tan benévolos parecen culparme por sentirme así por él, son quienes me dicen que no lo haga. Pero, ¿Por cuánto tiempo podré aguantar?

Scusa, non era mia intenzione.— Me disculpo, poniendo una mano en el pecho.— Estabas muy concentrado.

— Así es.— Dice recogiendo los libros del suelo.— Y tú, ¿Qué haces aquí?

— Buscaba a Javier.

— Le falta una hora por llegar.— Me dice terminando de recogerlos y apilándolos en una esquina.— Por eso pasaba el tiempo aquí con los libros.

— Entiendo.

— Si quieres te aviso cuando llegue.— Se encoge de hombros.

Asiento a lo dicho y murmuro un pequeño agradecimiento. Cuando me doy la vuelta para irme me paro por segundos dudando de si pedirle lo siguiente o no, pero tomando valor, me volteo.

— Egan.

— Si, dime.

— ¿Estás ocupado esta noche?— Le pregunto.— Podríamos ir a tomar unos tragos como los viejos tiempos. Claro, si no estás ocupado.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora