~•ESPÍRITU VICTIMISTA•~

1.2K 145 13
                                    

•~Capítulo.79.~•

EGAN

— Pero, ¡Mamá, yo quiero ir!— Chillo haciendo pataletas.

— ¡He dicho que no, Egan!— Me chilla de vuelta, mamá.

¿Qué pasa? Fácil y sencillo. Dedrick me ha invitado a un paseo en yate y la señora aquí presente no me deja, porque habiendo pasado todo el tiempo que ha pasado no supera lo sucedido con Frida y tiene miedo, creo.

— Mamá, no me va a pasar nada.

— Ni nadar sabes, ¿Y si hay tsunamis? ¿Un huracán? Dime, ¿Qué harás?— Me echa en cara, amenazante.

— Te equivocas. La que no sabe nadar es Calista.— Contradigo.

Realmente quiero ir a ese paseo. El pensar que estaré a solas con Dedrick me vuelve loco. Ya ha pasado un mes desde todo lo sucedido y lo cierto es que no hemos podido estar tanto tiempo juntos, porque el trabajo en su agencia se le amontonó y a mí se me amontonaron un montón de sesiones de fotos. Habiendo adelantado trabajo, Angelo me da un tiempo libre de dos semanas, más que suficientes.

— Señora mamá, ¿Te das cuenta de que tengo veinticinco años? — Le pregunto.— Si ahora que me he independizado no me dejarás hacer lo que quiera, ¿Cuándo será?

No me iba a enfadar con ella por esto porque la entiendo. Pero aún así, si me molesta un poco que no pueda hacer según qué cosas a esta edad. Y sinceramente, este paseo lo necesito con todas mis fuerzas.

— Egan, me preocupas.— Me dice dejando la bolsa con muchos tápers llenos de comida sobre la islita de la cocina. Voltea a verme.— En eso que sucedió en Paris ni una sola vez te dignaste a contestar una sola llamada y para lo único que te comunicaste con nosotras, tu familia, fue para despedirte de nosotras si el avión caía. ¿Y ahora debo dejarte ir de paseo en medio del mar? — Me echa en cara.— Mejor quédate en tu casa comiendo, bebiendo y escuchando música de tus chinistas o modelando, lo que quieras.

— Antes de nada, son coreanas no "chinitas". Segundo, esta vez voy en yate y no le tengo miedo a ir por el mar, porque si me caigo nadaré, que no es lo mismo que ir por los cielos, porque si me caigo... moriré.— Me excuso con tono obvio.

Me mira seria largos segundos en los que a mi me da tiempo a rezarle a todas las deidades conocidas con tal de que me deje ir, pero lo que me sorprende es cuando de pronto ríe, tomándome por sorpresa.

— Tu cuerpo habrá crecido, pero sigues siendo el mismo niño que volvía del colegio chillando que tenía hambre.— Ríe removiendo mi cabello.

Río nervioso.— ¿Eso es un sí o un no?

— Tú mismo lo has dicho, ya eres un adulto. Haz lo que quieras.— Dice con simpleza.— Por si acaso llévate un chaleco salvavidas.

— ¡Gracias, señora mamá!— Chillo.— ¿Te he dicho alguna vez que te quiero? Porque lo cierto es que te quiero mucho, mucho, mucho, mucho...

Enseguida la ataco con muchísimos besos en la frente, agradeciéndole que no se enfadara, porque lo cierto es que tanto si me dejaba como sino, iba a ir. Lo único que me preocupaba era que se enfadara.

Poco después que ambos terminamos de comer y ver la tele se fue.

Primer pitido... Segundo pitido... Tercer pitido... Cuar...

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora